La ventana de Overtones una teoría política que explica cómo inocular en la sociedad una idea. A través de diferentes estadios se iría presentando una idea que primero parecería impensables y radical, luego aceptable y sensata, y finalmente popular y viable políticamente. Este proceso es el que ha tenido lugar para imponer en la sociedad occidental ideas como el derecho al aborto o la eutanasia.
Ese proceso se ha iniciado para implantar en las mentes de los ciudadanos una nueva idea: el transhumanismo. El transhumanismo es un movimiento cultural e intelectual internacional que tiene como eventual objetivo transformar la condición humana mediante el desarrollo y fabricación de tecnología ampliamente disponibles
Dos ejemplos que caminan en esta dirección han salpicado recientemente a la opinión pública: el cirujano que quiere trasplantar cabezas en cuerpos más sanos y el multimillonario que quiere traspasar su mente a un robot para vivir eternamente.
Estos casos nos pueden parecer una locura ética y una aberración científica, pero, ¿estaríamos ante la primera etapa de la ventana de Overton? ¿Son ideas que calificaríamos de “impensables” o “radicales”? Si es así, el proceso para convertir estas ideas en “populares” y “políticamente viables” ha empezado.
Dmitri Itskov y su copia robótica de sí mismo
El joven empresario ruso Dmitri Itskov se resiste a comulgar con la realidad de que el ser humano nace y muere. Y es que pretende vivir indefinidamente a través de una copia robótica de sí mismo a la que trasplantaría su propia mente.
Itskov es el impulsor del congreso internacional Futuro Global 2045, que se celebrará el 15 y 16 de junio en Estados Unidos. En dicho certamen los participantes no solo discutirán la modernización espiritual de la humanidad, sino que también mostrarán las nuevas tecnologías que deberán formar la base para una revolución técnico-científica, según informa la propia página oficial del congreso.
Este empresario ruso está convencido de que dentro de unos treinta años la humanidad habrá logrado la manera de vivir para siempre. Y no sólo lo piensa él, sino también las más de 38.000 personas que se han inscrito a la Iniciativa 2045 impulsada por Itskov.
"Creemos que no solo es posible sino también necesario vencer el envejecimiento e incluso la muerte y superar los límites fundamentales de la capacidad física y mental humana", proclama un manifiesto de Rusia 2045, otro proyecto que organiza Dmitri Itskov, que prevé crear un robot humanoide controlable a distancia e incluso un avatar-holograma.
"Los organismos artificiales no necesitarán los recursos que nosotros necesitamos actualmente para mantener la vida. Las personas serán capaces de vivir fuera de nuestro planeta. Un cuerpo artificial puede existir en planetas donde el cuerpo biológico no puede sobrevivir", añade el escrito.
Itskov está convencido de que su proyecto no dividirá la futura sociedad del planeta entre personas ricas inmortales y pobres mortales. Cree, al contrario, que las altas tecnologías ayudarán a prolongar la vida de las personas corrientes.
¿En dos años se trasplantará la primera cabeza?
Puede que parezca una operación más propia de las películas de ciencia ficción que de la vida real, pero, según afirma el neurocirujano Sergio Canavero, del Grupo de Neuromodulación de Turín, en dos años podrá trasplantar una cabeza a un nuevo cuerpo.
Así lo ha afirmado a la revista NewScientist, donde ha explicado también que esta cirugía podrá alargar y mejorar la calidad de vida de las personas cuyos músculos hayan degenerado o aquellos que tengan cáncer. Sin embargo, el cirujano es realista y considera que aún quedan muchas dificultades por solventar.
Además de las dificultades técnicas, Canavero considera que tendrá serios problemas para encontrar un país que le permita realizar esta operación. “El verdadero obstáculo es la ética. Va a haber muchas personas que estén en desacuerdo con hacer esta cirugía”, ha explicado en la revista. Sin embargo, tiene esperanzas en encontrar en Europa su laboratorio particular. Y es que, según el propio médico, ya le han contactado numerosas personas ricas que se han interesado en su propuesta para someterse a la operación y conseguir un nuevo cuerpo.
Los experimentos para lograr este tipo de operaciones comenzaron aproximadamente en 1954, año en que el científico soviético Vladimir Demikhov intentó trasplantar la cabeza y las piernas de un cachorro en el cuerpo de un perro adulto. No obstante, el animal resultante sobrevivió menos de una semana.
Algo parecido sucedió con unos monos en 1970 aunque, en este caso, el cirujano estadounidense Robert White no logró que el chimpancé resultante se mantuviera con vida más de una semana. Además, en este caso no se unió la médula espinal, por lo que ni el torso ni las piernas se movieron.
Canavero quiere romper esta tendencia. “Creo que ahora estamos en un momento en que los aspectos técnicos son viables”, ha explicado en la revista. Este neurocirujano afirma además que anunciará su proyecto en la próxima conferencia anual de la Academia de Neurólogos y Cirujanos Ortopédicos (la cual se celebrará en Maryland este junio). Con todo, ha decidido dar a conocer a través de esta revista unas pinceladas de la investigación en la que trabaja desde 2013.
Según considera este neurocientífico, el procedimiento empezaría cuando los dos cuerpos se hallaran a una temperatura de entre 12 y 15 grados. A partir de ese punto, el cirujano debería realizar una serie de incisiones con un bisturí muy fino para, poco a poco, separar la cabeza del cuerpo del donante. Todo ello, mientras el sujeto vivo está bajo un coma inducido. A pesar de lo aparentemente sencillo que puede parecer, lo cierto es que es sumamente complejo, pues habría que cortar la médula espinal en ambos cuerpos y prepararse para conectar los vasos sanguíneos de los mismos.
Una vez realizado este paso, habría que trasplantar la cabeza como tal, para lo cual sería necesario unir los dos extremos de la médula espinal mediante polietilenglicol o macrogol. Estas sustancias permitirán, en palabras del experto, que los huesos se fundan y se unan de la misma forma que un “dos espaguetis en una cazuela de agua caliente”.
A continuación, el paciente se verá obligado a permanecer en coma durante tres semanas para que la operación tenga éxito. Finalmente, el sujeto tendrá que someterse a una rehabilitación de aproximadamente un año hasta que pueda volver a andar. Todo ello, en términos hipotéticos.
El doctor Frankestein ya narró en el terreno de la ficción una pulsión humana: querer ser Dios y aspirar a la inmortalidad. Evidentemente, las implicaciones éticas son enormes, pero ¿está iniciando la humanidad un camino en esa dirección? Por lo pronto ya se está planteando la posibilidad en el terreno teórico.
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