Esta comunión, dijo, “es la vida de Dios, el misterio de amor del Dios Vivo”, un misterio que nos lo ha revelado Jesús.
El Papa explicó que “la Trinidad es comunión de Personas divinas, las cuales son una con la otra, una para la otra, una en la otra”.
“Él nos ha hablado de Dios como Padre; nos ha hablado del Espíritu Santo; y nos ha hablado de Sí mismo como Hijo de Dios”, pero también “envió a sus discípulos a evangelizar a la gente” y a bautizarla “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.
Es un mandato que “lo dirige también a cada uno de nosotros que, por la fuerza del Bautismo, hacemos parte de su Comunidad” y en relación a la solemnidad de este día “nos renueva la misión de vivir la comunión con Dios y entre nosotros sobre el modelo de la trinidad”.
El Santo Padre subrayó que, por tanto, “estamos llamados a vivir no los unos sin los otros, sobre o contra los otros” sino “los unos con los otros, por los otros y en los otros” ya que “esto significa acoger y testimoniar de acuerdo a la belleza del Evangelio; vivir el amor recíproco y hacia todos, compartiendo alegrías y sufrimientos, aprendiendo a pedir y conceder el perdón, valorizando los diversos carismas bajo la guía de los pastores”.
En resumen, “se nos ha confiado la tarea de edificar comunidades eclesiales que sean siempre más familia, capaces de reflejar el esplendor de la Trinidad y de evangelizar no solo con las palabras, sino con la fuerza del amor de Dios que habita en nosotros”.
El Santo Padre destacó que “el camino de la vida cristiana es, en efecto, un camino esencialmente ‘trinitario’” en el que “el Espíritu Santo nos guía a la plena conciencia de las enseñanzas de Cristo, de su Evangelio; y Jesús, a su vez, vino al mundo para hacernos conocer al Padre, para guiarnos a Él, para reconciliarnos con Él”.
Francisco aseguró que todo en la vida cristiana vive en torno al misterio trinitario y pidió entonces “mantener siempre alto el ‘tono’ de nuestra vida, recordándonos para qué fin, para qué gloria existimos nosotros, trabajamos, luchamos, sufrimos”. Pero también a qué “inmenso premio estamos llamados”.
El Papa explicó que “este misterio abraza toda nuestra vida y todo nuestro ser cristiano y nos lo recordamos cada vez que hacemos el signo de la cruz: ‘en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo’. Y Ahora les invito –dijo– a hacer todos juntos con voz fuerte este signo de la cruz, ¡todos juntos!: ‘en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo’.
El Papa recordó que el mes de mayo es el de la Virgen María y alentó a confiarse a ella para que “nos guíe de la mano; nos ayude a acoger en los acontecimientos del mundo los signos de la presencia de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo; nos de amor por el Señor Jesús con todo el corazón para caminar hacia la visión de la Trinidad”.
“Le pedimos también ayudar a la Iglesia, que sea misterio de comunión, para ser siempre comunidad hospitalaria, donde cada persona, especialmente pobre y marginada, pueda encontrar acogida y sentirse hija de Dios, querida y amada”, dijo.
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