El reciente informe del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre la desigualdad en España revela la pésima situación en la que se encuentra la sociedad española, que por otra parte y a una escala más general ya mostraba el último y también reciente informe de la OCDE en relación a sus países miembros, que mostraba la evolución muy negativa que había seguido España en términos de índice de Gini y de relación 90/10, es decir la que se refiere a que el 10% de la población se lleva el 90% de la riqueza, que mide la desigualdad. Obviamente, esta patología social no puede confundirse con la pobreza, pero cuando aquella aumenta de una forma tan acelerada es evidente que en el interior de esta desigualdad crece la parte de la población que se queda fuera de juego.
El informe del INE permite observar las causas básicas de la pobreza. La primera y más importante es el paro. Es de toda lógica, el agotar el subsidio de desempleo, en los hogares donde ningún miembro trabaja o lo hace en una tarea precaria, es una fuente decisiva, una máquina de generar pobres. El 45% de los parados están en situación de riesgo de pobreza. Otra segunda causa que ha sido objeto de atención es el nivel de estudios; concretamente, una cuarta parte de quienes tienen solo estudios primarios o ni tan siquiera eso se encuentran en aquella situación, así como cerca del 30% de quienes solo tienen la Educación Secundaria Obligatoria, la ESO, que se revela como insuficiente para garantizar unas oportunidades dignas de tal nombre.
Pero, sorprendentemente, o quizás hablar de sorpresa sea una ingenuidad, los medios de comunicación se han olvidado del tercer gran factor, mucho más determinante que los estudios y con un efecto equivalente al del paro: se trata de los hogares monoparentales, un hombre o una mujer con hijos surgidos después de la ruptura de un matrimonio o de una pareja. Nada menos que el 42% de estas familias sufren el riesgo de la pobreza, con el dato adicional, y esto lo añadimos nosotros, de que la mayoría son mujeres.
Es extraño este silencio mediático y político, y también lo es por parte de los grupos que se atribuyen la defensa de la mujer. Ocultarlo no conlleva nada bueno. Seamos claros, en la pobreza no influye una sola causa, pero el rápido crecimiento del divorcio en España está resultando, como vemos, un factor decisivo en su crecimiento. Tanto es así que, con las cifras del 2013 del INE, todos los hogares formados por la pareja más dos niños que ingresen menos de 25.500 euros, si rompen, generan dos nuevos hogares de los que necesariamente uno de los dos será pobre. Esta es la realidad, una dura realidad, ante la que ya no se actúa con responsabilidad mediática, cultural, política y personal.
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