El número de personas entre los 16 y los 29 años de edad que ni estudian ni trabajan ('ni-nis') en los países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) alcanzó en 2013 los 39 millones de jóvenes, lo que supone cinco millones más de los que había antes de la crisis económica que empezó en 2008.
España y Grecia lideran este preocupante ranking, con porcentajes que superan el 25%, es decir que uno de cada cuatro jóvenes ni estudia ni trabaja. En concreto, un 26,8% de jóvenes españoles era 'ni-ni' en 2013, cuando la media de los países de la OCDE estaba en el 15%, casi uno de cada siete.
Son datos de un informe de la OCDE, publicados este miércoles, 27 de mayo, que, ante la lógica pregunta de qué se puede hacer ante el constante aumento de una gran parte de la juventud que ni estudia ni trabaja, propone cinco medidas para afrontar el problema.
"Aún más preocupante: cerca de 20 millones de jóvenes no están matriculados en la escuela ni buscan empleo. Por lo tanto, pueden encontrarse excluidos en sus países del alcance de los sistemas educativo y de seguridad social, y del mercado laboral", advierte el estudio.
"Una inversión malgastada"
El informe de la OCDE añade que "estas cifras representan no solo una desgracia para las personas en cuestión sino también una inversión malgastada, debido a que las competencias adquiridas durante la educación no son empleadas en forma productiva".
"También representan una carga potencial a sus países: desde menor recaudación fiscal, pagos más elevados de seguridad social, e inestabilidad social que puede aumentar cuando parte de la población se encuentra desempleada y afectada moralmente. Los jóvenes deberían ser un activo de la economía y no un potencial pasivo", añade.
"Las cifras son particularmente altas en los países del suroeste de Europa, que fueron fuertemente afectados por la crisis. Por ejemplo, en Grecia y España, más del 25% de los adultos jóvenes eran 'ni-nis' en 2013", insiste el comunicado de la OCDE.
"Improbable que el escenario mejore"
Aunque el informe adelanta que las estimaciones para 2014 "muestran una pequeña mejora", señala que "dada la baja tasa de crecimiento prevista para muchos países de la OCDE, en particular los europeos, es improbable que el escenario mejore pronto en los próximos años".
Sin embargo, para el caso de España, el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, consideró durante la presentación del informe en Berlín que "la flexibilidad que ofrece la nueva reforma" laboral española constituye la diferencia esencial entre la España de hoy y la de hace cinco o diez años.
A su juicio, la reducción del paro del 27% al 24%, la bajada del 50% del desempleo juvenil y el crecimiento del PIB son señales de que España "está yendo por el buen camino".
"Desperdicio de potencial humano"
Además, en el origen de lo que califica como "inaceptable desperdicio de potencial humano", la OCDE sitúa el abandono de la educación por parte de "demasiados jóvenes", antes de que hayan adquirido "las habilidades correctas".
Así, recurre a los resultados del Programa para la Evaluación Internacional de las Competencias de los Adultos (PIAAC, por sus siglas en inglés) para recordar que "más del 40% de los jóvenes que dejaron la escuela antes de concluir su educación postsecundaria tienen competencias lectoras y matemáticas pobres".
En España, el 58,2% de los jóvenes que en 2013 no trabajaba, estudiaba ni se estaba formando tenía un nivel educativo por debajo de Secundaria.
Otra de las causas que apunta es que muchos jóvenes cuentan con poca experiencia laboral al final de su educación. "Muchas empresas hallan muy costoso contratar personas sin experiencia laboral", advierte el informe de la OCDE.
Además, el estudio advierte de que "uno de cada cuatro jóvenes empleados es contratado temporalmente", con lo que sus contratadores "tienden a usar menos sus habilidades y tienen menos oportunidades de formación que los trabajadores contratados de forma indefinida".
Según los datos recogidos en el informe, en España, el 64,7% de los trabajadores entre 16 y 29 años contratados en 2013 eran temporales, mientras que la tasa media de la OCDE era del 38,4%.
Cinco propuestas ante el problema
Por otra parte, ante el escenario de los 'ni-nis' en los países de la OCDE y dada la baja tasa de crecimiento prevista para muchos de sus países, en particular los europeos, es improbable que el escenario mejore pronto en los próximos años.
Por consiguiente, esta organización se pregunta qué es lo que se puede hacer mientras tanto. La respuesta viene de la mano de las siguientes cinco propuestas:
1. Asegurar que todos los jóvenes salgan de la escuela con una gama de competencias importantes
Los jóvenes necesitan tener una amplia gama de competencias ̶ cognitiva, social, emocional ̶ para ser exitosos en todos los ámbitos de sus vidas. El Programa de Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) encuentra una fuerte conexión entre la asistencia a la educación preescolar y un mejor rendimiento posteriormente en lectura, matemáticas y ciencia, en particular entre los alumnos menos favorecidos en términos socio‑económicos. Los países pueden ofrecer a todos los niños educación preescolar de alta calidad para ayudar a mitigar las desigualdades en los resultados en la educación y dar a cada niño un inicio fuerte en sus carreras educativas.
Los profesores y los líderes escolares pueden también ayudar a identificar en una etapa temprana a los alumnos de bajo rendimiento y darles el apoyo o los programas especiales que pueden necesitar para ayudarles a lograr la competencia suficiente en lectura, matemáticas y ciencia, a desarrollar sus competencias sociales y emocionales, y evitar que abandonen la escuela por completo.
2. Ayudar a los alumnos que no completan sus estudios a ingresar al mercado laboral
Los educadores y los empleadores pueden trabajar juntos para asegurar que los estudiantes obtengan el tipo de competencias que se demandan y que esas habilidades sean usadas desde el comienzo de la vida laboral de un joven. El aprendizaje en el lugar de trabajo puede incorporarse tanto en programas postsecundarios académicos y de FP. Este tipo de aprendizaje beneficia a los estudiantes y a los empleadores: los estudiantes se familiarizan con el mundo laboral y con las competencias que son valiosas en el lugar de trabajo, que incluye las competencias sociales y emocionales como las habilidades de comunicación y el trabajo en colaboración; y los empleadores llegan a conocer a sus posibles contrataciones, que han sido formados de acuerdo a sus propios estándares.
3. Desmantelar las barreras institucionales al empleo juvenil
Es importante que los jóvenes que ingresan al mercado laboral por medio de contratos temporales, encuentren en ellos la vía a un empleo más estable, y no a una serie de situaciones precarias que eleven el riesgo de volverlos jóvenes desempleados. Debe reducirse la asimetría entre las disposiciones de protección al empleo que hacen costosa la conversión de contratos por tiempo determinado en contratos indefinidos. Los salarios mínimos, los impuestos y las contribuciones sociales deberían someterse a escrutinio y, en caso necesario, ser ajustadas cuando se trate de disminuir el costo de los empleadores para contratar jóvenes con poca experiencia laboral.
4. Identificar y ayudar a reintegrarse a aquellos NINIs que se encuentran actualmente fuera de alcance
Los gobiernos necesitan identificar a los millones de jóvenes NINIs quienes están teniendo problemas para incorporarse al mercado laboral o se han desocupado. Los servicios públicos de empleo, las instituciones sociales y los sistemas de educación y formación pueden ayudar a estos jóvenes a encontrar empleo o a reingresar a una segunda oportunidad de educación o formación. Un sistema de obligaciones mutuas entre los jóvenes y las instituciones de educación y empleo puede ayudar tanto a identificar y apoyar a estos NINIs.
5. Facilitar una mejor compatibilidad entre las competencias de los jóvenes y los empleos
Anticipar las competencias requeridas en la fuerza laboral y asegurar que las mismas sean desarrolladas por los sistemas de educación y formación podría limitar la incidencia de incompatibilidad entre las competencias de los jóvenes y los empleos. Debido a que muchos empleadores encuentran dificultad en evaluar las competencias de los nuevos trabajadores jóvenes, especialmente en países con sistemas educativos complejos, los educadores y el sector empresarial pueden trabajar juntos para diseñar la currícula que de manera precisa refleje las competencias reales de los recién egresados.
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