“En las manos de María, como Jesús, celebramos la consagración de aquellos hombres y mujeres que han entregado su vida totalmente al Señor, en la vida monástica, en la vida religiosa, o en cualquier otra forma de consagración a Dios, mediante la virginidad o castidad perfecta con los demás votos de obediencia y de pobreza”, explica el Obispo y además precisa que ésa es “la forma de vida que Jesús escogió para sí mismo y para su madre santísima: vivir entregados a Dios en alma y cuerpo, para toda la vida, en el servicio a los hermanos”.
En esta festividad se clausura también el Año de la Vida consagrada, que ha ocupado todo el 2015. “Un año largo para dar gracias a Dios por esta riqueza inmensa de la vida consagrada en la Iglesia y en el mundo”, asegura el obispo, quien presidirá en Córdoba la clausura de este año con una Misa en la Catedral el próximo 30 de enero.
“Qué sería de la Iglesia sin esta riqueza de carismas, por la que miles y miles de hombres y mujeres –más mujeres que hombres- conquistados por el amor a Cristo han sembrado la civilización del amor en su entorno”, precisa el Prelado y recuerda cómo muchos de estos consagrados gastan su vida en lugares lejanos, con todo tipo de privaciones, expuestos a todos los peligros, “para que otros tengan vida y conozcan a Jesús, nuestro salvador”.
Un testimonio que el Obispo califica de “sonoro y silencioso”. “Qué corriente de amor, de amor gratuito, que la Iglesia siembra a través de estos sus mejores hijos en todos los lugares de la tierra”, afirma.
Aunque explica que en ocasiones “no faltan visiones miopes que consideran a los religiosos parásitos de la sociedad. El mundo no lo puede entender”. Sin embargo, estos hombres y mujeres “nos enseñan a amar con un amor más grande, el amor de Cristo que está por encima de toda ideología”.
“Cuántas personas sencillas han experimentado la cercanía de Dios y de su Iglesia. Eso es la vida consagrada, amor gratuito y para toda la vida en la sencillez de una entrega que tiene como motivación el amor de Cristo”, afirma.
En ese sentido, el Prelado espera que este Año de la Vida Consagrada “produzca frutos abundantes de nuevas vocaciones entre los jóvenes para que siga habiendo corazones que amen sin esperar nada a cambio, porque son prolongación del corazón de Dios, del corazón de Cristo”.
Para leer la carta completa: http://www.diocesisdecordoba.com/carta-semanal-obispo/jornada-mundial-de-la-vida-consagrada-3/
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