El Prelado hizo este llamado durante la reciente versión de OneLife, el evento a favor de la defensa de la vida de los no nacidos que se realizó en Los Ángeles, al día siguiente de la multitudinaria Marcha Por la Vida que tuvo lugar en Washington DC con ocasión de los 43 años del fallo de la Corte Suprema que despenalizó el aborto en Estados Unidos.
En esta nueva versión de OneLife participaron más de 15.000 personas, junto a celebridades locales e internacionales, y representantes de otras confesiones cristianas en el Grand Park en el centro de Los Ángeles.
El acto fue seguido por una Misa presidida por Mons. Gómez en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles y el encendido de 220 velas en memoria de cada niño no nacido que murió a causa del aborto en Los Ángeles este 2015.
“Lloramos esta noche, no solo por aquellos pequeños que perdimos”, sino también por los padres y madres, por la ciudad y el país “donde la rutina sigue tomando la vida de inocentes todos los días”. Incluso esta noche, advirtió, “más vidas inocentes están siendo reclamadas por el mal del aborto”, expresó Mons. Gómez en su homilía.
Sin embargo, aseguró, “nuestro trabajo por la causa de la vida no será en vano. Lo sabemos porque sabemos que Dios es verdadero”.
“Sabemos que Dios es uno y Dios es Amor. Y sabemos que toda vida humana comienza como un pensamiento de amor en la mente de Dios. Por tanto cada vida es preciosa y toda vida es sagrada: el niño en el vientre de su madre, la persona discapacitada, el anciano o enfermo, las personas sin hogar, el criminal, el inmigrante y el refugiado”.
“¡Nada puede separarnos del amor de Dios! Ni la salud o la riqueza. Ni nuestro ‘estatus’ en la sociedad. ¡Todos somos los niños de Dios!”, exclamó.
Por ello, llamó a buscar “a la joven madre que está asustada y sola y no sabe hacia dónde puede ir. Necesitamos buscar al hombre que perdió su trabajo y su casa y ahora necesita un lugar donde estar y algo de comer”.
“Hoy en algún lugar hay alguien que te necesita. Ahora, en este momento. Tal vez en tu familia. Alguien que está solo y se siente no querido. Alguien que necesita oír una palabra de compassion. Alguien que solo quiere hablar y ser escuchado”, y que le digan “eres alguien para mí. Eres alguien para Dios”.
“Necesitamos recuperar el sentido de la misericordia en nuestras propias vidas y en nuestra sociedad. Misericordia para los que cometen errores”, añadió.
En ese sentido, recordó que el amor “habla en el lenguaje del servicio y de la compassion”. “Construyamos una gran fuerza del amor en el mundo”, abramos nuestros corazones y ojos “para ver la belleza de la vida humana, la santidad de la persona, el misterio del amor de Dios”, exhortó.
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