En su texto, Mons. Zimowski pidió a la comunidad internacional comprometerse “a dar un nuevo empuje a la lucha contra esa enfermedad, ampliando las actividades de información y prevención, pero, sobre todo, favoreciendo como gesto de verdadera compasión, la reinserción social y laboral de los que se han curado y que, a pesar de llevar impresas las huellas de esa enfermedad en el cuerpo, mantienen intacta su dignidad de personas”.
Por ello destacó la realización de esta jornada mundial, pues constituye “una nueva ocasión para proseguir la lucha contra esta terrible infección y para acabar con el ostracismo al que a menudo se ven condenadas las personas que llevan sus signos inconfundibles”.
“Se trata de una marginación vinculada con un sentimiento natural de defensa propia ante una enfermedad que en épocas pasadas era incurable y a un miedo 'ancestral' que, sin embargo, en nuestros días no tiene razones para existir ya que la lepra puede curarse y los que se han curado pueden volver a vivir”, señaló.
En ese sentido, anunció que el dicasterio que dirige, en colaboración con la Fundación Sasakawa y con la Fundación Raoul Follereau, “ha organizado dos jornadas de estudio que tendrán el viernes 11 y el sábado 12 de junio en el Vaticano”.
Asimismo, indicó, “los participantes podrán asistir a la Misa presidida por el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro el domingo 12 de junio, con motivo del Jubileo de los Enfermos y las Personas Discapacitadas”.
Los últimos datos disponibles brindados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), son de 2014. Según estos, ese año se registraron 213.899 casos de lepra. Sin embargo, se aclaró que los afectados pueden ser muchos más, ya que muchos países que no revelan sus cifras.
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