Antes de rezar el primer Ángelus del año 2018, este lunes 1 de enero en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre recordó que “sobre la primera página del calendario del nuevo año que el Señor nos regala, la Iglesia pone, como una estupenda miniatura, la solemnidad litúrgica de Santa María Madre de Dios”.
“En este primer día del año solar, fijamos la mirada sobre ella para retomar, bajo su maternal protección, el largo camino por los senderos del tiempo”.
“El Evangelio de hoy nos lleva de nuevo hacia el portal de Belén”, señaló el Santo Padre. “Los pastores llegaron y se encontraron a María, José y al Niño y cuentan el anuncio que les hizo el ángel, que aquel recién nacido era el Salvador”.
En este contexto, “la Virgen nos hace comprender cómo debe acogerse el evento de la Navidad: no superficialmente, sino en el corazón. Nos indica el verdadero modo de recibir el regalo de Dios: conservarlo en el corazón y meditarlo”.
“Es una invitación dirigida a cada uno de nosotros para rezar contemplando y disfrutando de este regalo que el mismo Jesús nos da”.
“Es por medio de María que el Hijo de Dios asume la corporeidad. Pero la maternidad de María no se reduce a esto: gracias a su fe, Ella es también la primera discípula de Jesús y esto amplía su maternidad”.
Ejemplo de esto es el milagro de las bodas de Caná: “Será la fe de María la que provoque en Caná el primer signo milagroso que contribuye a suscitar la fe de los discípulos”.
“Mediante la misa fe, María está presente a los pies de la Cruz y recibe como hijo al apóstol Juan. Finalmente, tras la Resurrección, se convierte en madre orante de la Iglesia, sobre la cual desciende con fuerza el Espíritu Santo el día de Pentecostés”, finalizó el Papa.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 1 de enero de 2018
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