Dentro del camino de Jesús hacia Jerusalén encontramos breves momentos narrativos y largas series de enseñanzas. El texto de hoy está dentro de un discurso provocado por el encuentro con una muchedumbre (cfr. Lc 12,1) que no le permitía ni caminar. Este discurso aborda varios temas que tienen como eje temático la relación del cristiano con la Providencia de Dios, y sobre todo con el efecto derivado de la confianza en Dios que es la esperanza en la vida eterna. Pero este pequeño trozo es sorpresivo al considerar la realidad de las rupturas y contiendas que se provocarán en las familias por la novedad del Evangelio.
Esto nos lleva a preguntarnos ¿Cuáles fueron las novedades que la fe en Cristo implicó con respecto a la religiosidad hebrea? En primer lugar, causó división entre judíos y cristianos el reconocer a Jesús de Nazareth como mesías e Hijo de Dios. Lo primero sería hasta cierto punto soportable. En cambio, decir que Jesús es Hijo de Dios, sí resultó muy fuerte porque de acuerdo con la mentalidad hebrea esta afirmación atenta contra la unicidad de Dios.
El segundo punto de rompimiento es sobre cómo se obtiene la salvación. Mientras los judíos proclamaban que la salvación venía de la recta observancia de la Ley de Moisés, los cristianos afirmamos que la salvación nos ha venido por el sacrificio redentor de Cristo y por tanto nos hacemos beneficiarios de ella por la fe y el obrar consecuente a esta fe.
El tercer punto de desencuentro entre judíos y cristianos fue la universalidad de la salvación. Los judíos aceptaban que Dios quería salvar a todos los hombres pero esto debía ser necesariamente por la conversión religioso cultural de las personas al judaísmo. La experiencia cristiana debió obedecer a los signos del Espíritu en lo tocante a la conversión de los paganos, los cuales recibieron todos los beneficios de la redención sin ser primero prosélitos del judaísmo. Los griegos conservaron su cultura y sus costumbres pero totalmente sometidas a la fe monoteísta cristiana.
Una vez considerados los puntos de fricción entre judíos y cristianos, es necesario considerar si Jesús quería positivamente sembrar la ruptura y, por lo tanto, los conflictos entre padres e hijos. Jesús, como todo judío practicante, observó los preceptos de la Ley y enseñó a los que lo seguían a observarlos por tanto no parece ser un promotor de la apostasía. Los discípulos no dejaron de ir al Templo a orar y a hacer sus oraciones.
Entonces, ¿Por qué Jesús dijo que había venido a sembrar la división? Jesús previó los conflictos que por causa suya y sobre todo por la opción el Reino de los cielos se provocaría incluso en el seno de las familias. Convertirse de las malas costumbres suele generar conflictos, lo mismo que aceptar como maestro y Señor a un galileo.

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