En declaraciones a ACI Prensa, el también miembro de la Comisión Arquidiocesana Para la Doctrina de la Fe de la Arquidiócesis de Lima, señaló que la palabra “espíritus” es un término muy amplio, que incluye incluso a los ángeles, buenos y malos, así como a los difuntos.
“Cuando se dice voy a evocar espíritus podría entenderse ‘voy a evocar a los ángeles caídos’, pecado muy grave, pero también ‘voy a evocar a mis difuntos’, pecado grave”, advirtió.
El P. Rosell señaló que “lo que uno debe hacer con sus difuntos es rezar por ellos y punto. Todo lo demás viene del maligno”.
Lo que la Iglesia nos enseña sobre el “más allá”, dijo el sacerdote peruano, es “a invocar a los santos, que son nuestros amigos, sobre todo a pedirles mucho a pedirle mucho a la Virgen María Nuestra Madre para que vivamos en Gracia de Dios”.
“También la Iglesia nos enseña a ofrecer la Santa Misa por nuestros difuntos”, recordó.
“Nosotros podemos ayudar a las almas del purgatorio rezando por ellas, es lo que se llaman los sufragios. Y también la Iglesia nos habla del infierno no para meternos miedo sino para decirnos que podemos perder el cielo si usamos mal nuestra libertad”, señaló.
El P. Rosell advirtió también que “quienes hacen lo que se denomina la evocación de espíritus están jugando a ser Dios. Dios es el Señor del más allá, y la manera correcta de relacionarnos con los difuntos no es a través de la evocación, es a través de la oración”.
“Si son santos los invocamos para que nos ayuden”, explicó, mientras que “si no sabemos si nuestros difuntos están en el cielo, lo que debemos de hacer es rezar por ellos, sobre todo ofrecer la Santa Misa”.
“Esa es la manera correcta de relacionarnos con el más allá”, aseguró el rector del seminario de Lima, pues “otras formas de relacionarnos con nuestros difuntos, como el espiritismo, son puertas abiertas para llamar al maligno”.
“El maligno se sirve de esas técnicas de invocación para entrar en la vida de una persona y arruinarla”, señaló.
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