En sus declaraciones, el príncipe saudita señaló que “el 70% de los saudíes es menor de 30 años, y no vamos a pasar otros 30 años viviendo bajo ideas extremistas. Vamos a destruirlas cuanto antes”.
Frente a ese islam intolerante, Mohammed bin Salam defendió un islam “que signifique tolerancia y bondad. Queremos vivir una vida normal”.
Las declaraciones de este príncipe han causado gran estupor en el país. Fuentes consultadas por ACI Prensa, que por motivos de seguridad permanecen bajo el anonimato, valoraron positivamente estas declaraciones, pero dudan que impliquen un cambio inmediato.
“No creo que se produzcan cambios a corto plazo en lo que respecta al reconocimiento de otras religiones, porque eso supondría dar un paso demasiado audaz. Hay que tener en cuenta que para los líderes religiosos saudíes, Arabia Saudí en su conjunto es una mezquita, y no se pueden construir iglesias dentro de una mezquita. Me pregunto cómo piensa el príncipe superar este punto esencial”, indicaron.
Estas mismas fuentes aseguran que el príncipe ha asumido un gran riesgo al hacer esas declaraciones, pues pueden ser consideradas blasfemia por las autoridades religiosas del país, sobre todo proviniendo del príncipe heredero.
“Si su voluntad es sincera y de verdad quiere abrir el país a otras religiones, debe de tener una seguridad muy grande en lo que dice, de lo contrario se arriesga a que lo maten”.
Arabia Saudita es un reino gobernado por un régimen absolutista y teocrático donde la familia real y los imanes salafistas gobiernan con gran rigidez.
La religión oficial desde la misma fundación del reino es el sunismo salafí, o wahabbí, el más riguroso del mundo islámico y en cuya doctrina se han inspirado grupos yihadistas como Al Qaeda y el mismo Estado Islámico (ISIS).
Su origen es reciente, y no comenzó a expandirse por el mundo musulmán hasta el siglo XX, por lo que muchos musulmanes consideran el salafismo una doctrina herética contraria a las tradiciones islámicas.
Debido a su doctrina oficial salafí, en Arabia Saudí rige la Sharía, o ley islámica, en su interpretación más extrema. Ello significa, entre otras cosas, que las mujeres son totalmente discriminadas y sometidas a la voluntad de sus maridos.
No se permite ninguna religión que no sea el islam suní, y los no musulmanes tienen prohibido el acceso a las ciudades de la Meca y Medina, las más santas del islam.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 30 de octubre de 2017
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