Entrevista a Mons. Alfonso G. Miranda Guardiola, Secretario General de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), sobre las emergencias en México, después de los sismos y los huracanes que abatieron a México en septiembre de 2017.
¿Podría darnos un panorama general de la situación que vive el pueblo de México luego de los desastres pasados?
Ya pasaron cuarenta días del sismo del 19 de septiembre en México y las primeras reacciones fueron entusiastas, de apoyo y servicio. Especialmente en los lugares donde hubo derrumbes se mantuvo un espíritu muy fuerte de los mexicanos, en todo el país inmediatamente se crearon centros de acopio y se enviaron tráilers y gran cantidad de víveres a los diferentes sitios afectados.
Es importante que tomemos conciencia que estos terremotos fueron distintos al ocurrido en 1985, donde hubo más muertes, pero donde sólo se afectaron dos ciudades: Ciudad de México y Ciudad Guzmán. Ahora este terremoto con sus miles de réplicas afectó a diez estados del país, que se traduce a veinte diócesis de la Iglesia mexicana. Con casi 500 pérdidas humanas y un sin número de desplazados, miles de casas destruidas, aproximadamente 150 mil construcciones afectadas y en el caso de nuestra Iglesia, más de 1700 templos dañados. Este terremoto dejó afectaciones que van a durar mucho tiempo y la reconstrucción de casas posiblemente tomará años, la Emergencia Primera, no es nada más un mes, sino al menos unos seis meses.
Todavía hay municipios en el estado de Oaxaca en dónde sigue temblando y lloviendo, donde se dificultan los procesos de rehabilitación y reconstrucción.
¿Cuáles son los ámbitos en los que la Iglesia va participar en la reconstrucción?
Vamos a participar de manera particular en la reconstrucción del tejido social, lo que concierne a la pastoral social y en las diferentes áreas como son: familia, jóvenes, niños, talleres de paz, atención a los necesitados, la solidaridad, la cooperación, la cultura de la paz, la evangelización, los valores cristianos y por otra parte; aunque la reconstrucción material le toca al gobierno y en cierta medida a la sociedad civil, también la Iglesia participará en la construcción de casas derrumbadas, de la misma forma en que lo hizo llevando la ayuda primaria a las comunidades como fue: refugio, comida y ropa, ¡ahí seguiremos de la mano del gobierno y la sociedad!.
¿Por cuánto tiempo la Secretaria General va estar vinculada a la etapa de reconstrucción?
Como Secretario General nuestra labor es de coordinación de los servicios pastorales, es decir; de las Comisiones y Dimensiones Episcopales; así como vincular a las Provincias, Diócesis y organizaciones sociales, civiles, universidades y gobierno. Desde luego que la coordinación también es con las Conferencias Episcopales de otros países, es una coordinación a nivel nacional e internacional. De tal manera, que parte del trabajo natural de la Secretaría General es la vinculación, entonces creo que estaremos presentes todo el tiempo que sea necesario, coadyuvando la reconstrucción del tejido social y la ayuda al pueblo mexicano.
¿Cuáles son las acciones concretas que se necesitan de los fieles católicos en la reconstrucción?
Los problemas de México tienen que ver con la cuestión de los valores y antivalores; la corrupción la impunidad, la violencia, la falta de empleo y de educación. Son múltiples factores, así como los graves problemas del tráfico de personas, de armas, de droga, un tema que está muy metido en nuestro país, nos hace estar como Iglesia y como sociedad muy alertas, pero sin dejar de hacer lo que nos toca. Tanto a los maestros, la educación; al gobierno, gobernar con honestidad y buscando el bien del pueblo y a la Iglesia; cumpliendo su misión que es evangelizar y que es ayudar a la gente a elevar su nivel de vida humano y espiritual.
Toda la sociedad estamos llamados a cumplir nuestro deber, cada quien en su trinchera, cumpliendo cabalmente lo que nos toca hacer con los valores de la honestidad, la justicia, de la paz, del amor y el perdón a los hermanos.
Es importante que la sociedad no olvide, no enfríe el ánimo de servicio porque la emergencia continúa en distintos niveles, no solamente las casas destruidas, escuelas y templos afectados, todavía hay mucha gente que padece y la cual hay que apoyar para que pueda levantarse y seguir llevando su forma de vida incluso de una mejor manera; a nivel justicia, de acceso a otro tipo de condiciones de vida, trabajar fuerte para evitar los vicios que tenemos de injusticias, corrupción e impunidad. No permanecer ni fríos, ni indiferentes, sino con un alto compromiso de servicio y ayuda a los demás en todas las áreas en las cuales estamos, cada uno trabajando.
¿Cómo se le está comunicando al Papa Francisco de las acciones de la Iglesia ante esta emergencia?
Estamos en total comunicación con la Nunciatura, a través de ellos mantenemos una comunicación permanente sobre los incidentes, el Sr. Nuncio ha estado presente en algunas Diócesis afectadas, e incluso tiene programados recorridos como es el caso del próximo tres de noviembre en la diócesis de Cuernavaca, en el estado Morelos. De esta forma él tiene de primera mano la información de lo que sucede en México y esta información la lleva al Vaticano. Por otra parte; también tenemos contacto con el área de Comunicación del Vaticano, a quienes compartimos artículos de lo que sucede nuestro país.
¿De qué forma se abordará el tema de los sismos en la próxima Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano?
Estamos contemplando entregar un informe de la acción de la Iglesia ante los sismos, un protocolo también de actuación ante la emergencia y un plan de acción en unión con Cáritas Mexicana.
Mensaje final
Al pueblo de México, nuestra palabra de aliento para que no claudiquemos en el trabajo, para que nuestro país sea mejor y viva en condiciones de justicia de respeto, de justicia y de paz, cultivando los valores, educando en la formación humana a nuestros niños y jóvenes.
Al pueblo de España, nuestra cercanía ante la situación difícil que atraviesa, pedimos a Dios que los ilumine, los proteja y los bendiga.
© Texto de Janet Guadalupe Pedraza, México
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