Hoy el Papa Francisco tenía previsto viajar a la República Democrática del Congo, donde permanecería hasta el 5 de julio, día que se desplazaría hasta Sudán del Sur.
Sin embargo, el Vaticano canceló esta 37ª visita apostólica debido a los problemas de rodilla del Papa Francisco, que apenas le permiten caminar con normalidad.
En su mensaje, el Papa Francisco aseguró que “el Señor sabe cuán grande es mi pesar por haberme visto obligado a posponer esta visita tan deseada y esperada”.
“Pero no perdamos la fe y alimentemos la esperanza de encontrarnos lo antes posible”, pidió a continuación.
Además, el Santo Padre aseguró llevar, ahora más que nunca, a toda la población en su corazón: “Les llevo dentro de mí, en la oración, el sufrimiento que han sentido durante tanto tiempo, demasiado tiempo”, señaló.
“Pienso en la República Democrática del Congo, en la explotación, la violencia y la inseguridad que sufre, sobre todo en el este del país, donde continúan los enfrentamientos armados que provocan innumerables y dramáticos sufrimientos, agravados por la indiferencia y la complacencia de tantos”, lamentó.
“Y pienso en Sudán del Sur, en el grito de paz de su pueblo que, agotado por la violencia y la pobreza, espera hechos concretos del proceso de reconciliación nacional, al que quiero contribuir no solo, sino caminando ecuménicamente junto a dos queridos hermanos: el Arzobispo de Canterbury y el Moderador de la Asamblea General de la Iglesia de Escocia”.
A continuación, el Papa animó a la población a no dejarse robar la esperanza: ¡No dejéis que os roben la esperanza! Pensar, vosotros que me sois tan queridos, cuánto más precioso y amado sois a los ojos de Dios, que nunca decepciona a los que ponen su esperanza en Él”.
Además, el Papa Francisco aseguró que “tenéis una gran misión, todos vosotros, empezando por los dirigentes políticos: la de pasar página para abrir nuevos caminos, caminos de reconciliación, caminos de perdón, caminos de convivencia pacífica y de desarrollo”.
“Es una misión que hay que emprender mirando juntos al futuro, a los muchos jóvenes que pueblan vuestras exuberantes y heridas tierras, llenándolas de luz y de futuro. Sueñan y merecen ver esos sueños hechos realidad, ver días de paz: para ellos, en particular, debemos deponer las armas, superar los rencores, escribir nuevas páginas de fraternidad”.
Por último, el Santo Padre quiso dejarles un mensaje de esperanza y aseguró que “las lágrimas que derramáis en la tierra y las oraciones que eleváis al cielo no son en vano. El consuelo de Dios llegará, porque Él tiene "planes de paz y no de desgracia" (Jer 29,11)”.
“Incluso ahora, mientras espero encontrarme con vosotros, pido que su paz descienda a vuestros corazones. Y a medida que crece mi expectación por ver vuestros rostros, por sentirme en casa en vuestras vibrantes comunidades cristianas, por abrazaros a todos con mi presencia y por bendecir vuestras tierras, mi oración se intensifica, al igual que mi afecto por vosotros y por vuestros pueblos”, concluyó.
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