Los hombres han tenido necesidad siempre de una imagen de futuro, de un horizonte de expectativas y de previsiones en el que inscribir las consecuencias de sus acciones y, por lo tanto, del ejercicio de su libertad. Pero la actitud humana para pensar, para crear , para innovar, supone un mundo en que esta novedad pueda parecer como tal y así tomar forma; ese mundo es el pasado, un mundo más viejo que nosotros, un ámbito de experiencia que nutre nuestro presente y asegura en nuestra vida efímera la presencia viva de los que ya no están . Ese mundo se llama Cultura: obras y huellas del pensamiento de los hombres. Formar no se reduce a proporcionar saberes y técnicas, sino que consiste fundamentalmente en enseñar a pensar. La misión de la escuela seguirá siendo dar a las generaciones futuras los medios para su autonomía y las bases para su libertad intelectual, a fin de que puedan emigrar de este universo de tecnología y consumismo que se dibujan en nuestra sociedad post-industrial. Estamos a tiempo de evitar el empobrecimiento cultural al que pueda conducir una enseñanza excesivamente centrada en lo técnico: hay que volver a las raíces, porque sin pasado no hay cultura.
Empobrecimiento cultural
Mª Ángeles Oliveros Correa
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