(Josep Massot, La Vanguardia).- Ramon Llull no medía más de 1,61, era enclenque, poderoso de piernas, en seguida mostró calvicie y su estatura intelectual era la de un gigante que cubre la Edad Media. Los saberes de Llull eran tan vastos que glosarlos requería la construcción de una enciclopedia dedicada sólo a su obra: 375 auténticas, 31 perdidas. Es lo que han hecho el Institut d’Estudis Catalans y la Fundació Elsa Peretti, que encargaron el proyecto a Pere Villalba, colaborador del Raimundus Lulius Institut. El primero de los tres volúmenes, cada uno de mil páginas, lomos dorados y gran formato, fue presentado ayer en la sede del IEC.
La finalidad del proyecto es reunir, ordenar y filtrar el resultado de 150 años de investigación luliana que estaba disperso o mal datado para construir una enciclopedia Llull. “De cada texto -dice Villalba- extraigo los fragmentos que manifiestan de manera más clara la intencionalidad de la obra, contextualizados en su momento histórico y en la historia del pensamiento. En caso de los textos latinos, los traduzco al catalán”. ¿Hay investigación? Villalba dice que aporta la edición crítica del Ars notatoria, que completa el trabajo de Jordi Gayà. El filólogo sigue un hilo cronológico en el que se entrelazan vida y obra, partiendo de Vita coetanea. “Un libro -sostiene Villalba- que no es ficción, excepto las variantes que introdujo el copista”.
Llull -inseguro de su latín- dictó sus memorias a un monje de la cartuja de Vauvert para presentarlo como memorándum al concilio de Vienne del Delfinato, después sufrió variaciones en la traducción al catalán.
La muerte de Ramon Llull
¿Ya hay consenso sobre el año de la muerte de Llull? Villalba asegura que los lulistas ya se han puesto de acuerdo en que sin duda fue el año 1316, en Túnez, Mallorca o en la travesía entre los dos lugares.
Villalba destaca la rareza en la época de que un laico, un seglar como Llull, que se definía como illiteratus, es decir, sin formación elevada, concibiera la mejora cultural social, religiosa y política de la Cristiandad y para conseguirlo “elaboró una vasta obra escrita -literaria, mística, política, científica, filosófica, teológica- compatible con una vida verdaderamente activa y viajera”. Quería convertir a los no cristianos -por el diálogo y la espada-, difundir el conocimiento de las lenguas y escribir el mejor libro del mundo” para explicar racionalmente la fe y los misterios de la santísima trinidad, la encarnación y la resurrección.
La protección de Jaume II le abrió las puertas de cortes como la de Felipe IV de Francia, nieto de Jaume I. De su gran proyecto, para el que visitó los centros de poder europeos, le quedó un sentimiento de fracaso como lamenta en El desconhort.
Este año, el sabio mallorquín será proclamado santo y doctor de la iglesia, el número 37, en un acto solemne en Roma. Será el primer doctor de la iglesia laico casado y con hijos de la historia y el segundo del papa Francisco, tras el armenio Gregorio de Narek.
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