Juan José Aguirre, obispo de Bangassou, en la República Centroafricana, ha querido dar las gracias al Papa Francisco por su visita con una carta llena de sentimiento y en la que muestra detalles del viaje y confidencias entre los obispos.
“Al principio no nos lo creíamos: ¿Cómo todo un Papa viene a pisar la tierra roja de este país ensangrentado por la sangre también roja de tanta pobre gente?”, comienza su misiva el español Juan José Aguirre.
El obispo muestra que necesitaban volver a oír cosas como “con la paz todo se gana, mientras que con la guerra todo se pierde” o “la violencia no conduce nunca a la paz sino que genera más violencia hasta crear un remolino de violencia que engulle inocentes y pecadores”.
Y agradece los gestos del Papa: “Tocaste a los niños desplazados, que han perdido casa, familia, escuela, niños noqueados por la violencia, niños heridos por las balas, niños de casas quemadas que miran el horizonte sin ver ya nada más porque les habían robado su inocencia, de tantas maldades que han sido testigos”.
En su carta hace alusión a la visita de la mezquita de Koudoukou y se muestra sobrecogido por “los 5 minutos que quisiste rezar donde suele predicar el Imán, sin decir nada”.
“No sé si los violentos te escucharán, pero sé que aquellos que te escucharon quedaron sobrecogidos”, añade Juan José Aguirre, destacando cómo el Papa Francisco se acercó y escuchó “los lamentos de mujeres (madres musulmanas) que lloran con lágrimas de dolor, del mismo color por cierto que las lágrimas de las madres no musulmanas que viste el día anterior”.
También le recuerda cómo quería ir a la parroquia de Fátima, donde se encuentran “los 500 desplazados sentenciados a muerte si salían de la verja de la misión”.
Juan José Aguirre destaca que el pontífice estuvo “sembrao”: “Cuando sugeriste entre líneas que los que mueven los hilos para que nada funcione en Centroáfrica, curiosamente, no viven en Centroáfrica, y que nadie tiene que huir de Centroáfrica por ello, porque tuviste valor de decirlo todo sin pelos en la lengua, hablaste con arrojo a los jóvenes de Centroáfrica, confesaste a algunos y te paseaste en medio de los pobres como cuando te llamaban Padre Jorge por los arrabales de Buenos Aires”.
Sobre la apertura de la Puerta Santa de la Misericordia, Aguirre afirma que les ha enseñado un “carril prioritario, diferente del resto de la Iglesia, para ir más rápido hacia Sus Manos, experimentar su amor, y nos pediste que lo repartiéramos después, en forma de gestos de reconciliación”.
“Nos enseñaste un camino, nos mostraste cómo salir de hoyo, del laberinto en el que estamos… “, afirma el obispo, que lo demuestra con la actitud de las 20.000 personas del estadio: “rugían de amor y respeto cuando les invitaste a “pasar a la otra orilla” es decir pasar página y empezar de nuevo en la sociedad centroafricana”.
La visita terminó y “nos quedamos mirándote y mirándonos, huérfanos ya de ti, como embobados despertando de un sueño, oyendo en sordina el ruido del Boeing de Alitalia que te trajo hasta nosotros y que te llevaba de vuelta a Roma, porque mientras has estado, las armas se han callado unas horas, por respeto a ti. ¡Ojalá que te quedaras para siempre!”
Finaliza su carta dando gracias a Dios Padre “que no ha permitido que nadie nos agüe la fiesta, que ningún retorcido nos estropee el encuentro, que ningún descerebrado haga daño a nadie”.
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