Mons. Ulloa recuerda que una democracia sin valores se convierte fácilmente en totalitarismo

(ACI Prensa/InfoCatólica) El arzobispo hizo este llamado durante la Misa Tedeum celebrada el pasado jueves, 3 de noviembre, en la iglesia San Francisco de Asís con ocasión del 113 aniversario de independencia de Panamá.

«Un Panamá herido en la familia no tiene futuro. Mucho de la crisis que vivimos hoy, y que tiene en la inseguridad ciudadana una de sus expresiones más dramáticas, se superará si conservamos y fomentamos la verdadera fisonomía de la familia», señaló el Prelado.

Mons. Ulloa recordó las palabras de San Juan Pablo II cuando dijo que «una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto». «Defendamos el valor de la familia fundada en el matrimonio entre un varón y una mujer; fortaleciéndola como la célula básica y vital de la sociedad que es, y como la primera responsable de la educación de los hijos», expresó el Arzobispo.

En su homilía ante el Presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, el arzobispo recordó que la familia es la primera sociedad natural, «anterior al Estado y la función de éste debe ser garantizarle sus derechos y deberes y no desestructurarla mediante leyes relativistas e inmorales que la exponen al daño de ideologías que la llevan a una crisis».

Estas palabras llegan días después de que la abogada de familia, Corina Cano, expresara a la prensa su preocupación por «una advertencia de inconstitucionalidad» presentada ante la Corte Suprema de Justicia (CSJ), contra el artículo 26 del Código de la Familia que establece el matrimonio entre un hombre y una mujer. Indicó que el objetivo de este recurso es que se reconozca el matrimonio igualitario entre personas del mismo sexo en Panamá.

Cano señaló que esta advertencia de inconstitucionalidad atenta contra «la familia conformada entre un hombre y una mujer, eso es lo que está establecido en nuestra Constitución nacional y en el Código de la Familia», además de que «no hay ningún tratado internacional de derechos humanos que reconozca el matrimonio igualitario».

En su homilía, Mons. Ulloa también denunció que la corrupción «ha afectado nuestra imagen internacional», así como «los niveles de pobreza escandalosa donde pocos tienen mucho y muchos tienen poco. Esto a muchos les hace ver un futuro incierto, sin ninguna posibilidad de cambio».

«¿Qué nos hace falta para cambiar esta realidad? Primero reconocer que somos parte del problema y a la vez parte de la solución. Y este examen nos lo debemos hacer todos: los responsables en el Ejecutivo, los que imparten justicia, los diputados y partidos políticos; los estamentos de seguridad, empresarios, sindicatos, las iglesias, las autoridades todas y ciudadanos de a pie. No podemos seguir mirando para otro lado, ignorando nuestra responsabilidad de generar los cambios que necesita el país», señaló.

La corrupción es pecado

El arzobispo, recordando las raíces católicas del país, pues en Panamá se fundó la primera diócesis de tierra firme: Santa María la Antigua; advirtió que tal como enseña el Papa Francisco, «la corrupción es un pecado grave».

«El corrupto no conoce lo que es la fraternidad, la justicia o la amistad, sino solo la complicidad, ya que busca siempre implicar a otros en su propia corrupción. La corrupción como mal es particularmente difusiva; y añade el Papa: ‘Quien lleva a casa dinero ganado con la corrupción, da de comer a sus hijos pan sucio’.

«Urge que volvamos a recuperar la ética y la moral como medidas para nuestras actuaciones», señaló el Prelado, porque «sin fundamentos éticos no solo la democracia corre el riesgo de deteriorarse, sino que podemos entrar en una peligrosa espiral de desencuentros y enfrentamientos fruto de la desilusión y de la rabia ciudadana».

Mons. Ulloa advirtió que «la Patria no es una finca» sino una heredad que debe ser engrandecida. En ese sentido, afirmó que «un antídoto contra la corrupción es el servicio» y que el verdadero poder «se ejerce en la medida en que somos capaces de exhibir un estilo de vida sencillo, cercano, de donación y entrega a los demás».

«Que Santa María La Antigua, quien nos ha acompañado desde los albores de nuestra historia, interceda por nosotros e ilumine nuestras conciencias y, bajo su manto protector, nos dispongamos con prontitud a servir mejor a nuestra Patria: Panamá», concluyó.

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