ALFIE
EVANS, EL ENCARNIZAMIENTO PARA SU MUERTE Y EL DERECHO.
Por Carlos Alvarez Cozzi
Cuando finalmente parecía que el sentido común y la
humanidad del Hospital Bambino Gesú de Roma, podrían paliar la posición pro
muerte del Hospital británico donde se encontraba el pequeño Alfie mientras
vivía, primero fue la decisión de quitarle los medios mecánicos de respiración
artificial, que no dieron resultado inmediato y luego la negativa judicial a que
el chico fuera trasladado a Italia, a pesar de la decisión de sus padres, lo
que precedió a su muerte, que fue buscada encarnizadamente por el Hospital de
la Reina.
Medio mundo movió el caso de este pequeño y con razón.
La cultura de la muerte y el nihilismo relativista han cobrado finalmente una
nueva vida. Se salvaría en Italia? No lo sabemos, pero por lo menos había que
intentar esa chance.
I)
LA ACADEMIA POR LA VIDA HUMANA Y LA FAMILIA JUAN PABLO
II.
Y
justamente, con gran celo, la Academia Juan Pablo II por la Vida Humana y la
Familia, constituida por importantes personalidades de la Ciencia y el Derecho,
habían declarado:
“Ningún hombre o mujer de bien puede
permanecer indiferente ante la dramática situación que están sufriendo Alfie
Evans y sus padres y ante la heroica batalla que están combatiendo contra la
tiranía de la alianza médico-judicial.
El niño de 23 meses ha permanecido con vida durante
dos días respirando por sus propios medios después de que le retiraran el
soporte del ventilación asistida el 22/04/18. A Alfie se le concedió la
nacionalidad italiana y se dispuso una ambulancia aérea medicalizada para
llevarlo al Hospital del Niño Jesús de Roma para que pudiera recibir allí los
tratamientos precisos y una atención medica adecuada.
¡Sin embargo, el Tribunal Superior de Manchester
decidió el 23/04/18 que el niño no podría volar a Italia!
La pregunta obvia que debería espolear nuestra
conciencia colectiva debería ser esta: ¿quién tiene el derecho natural de
cuidar a Alfie y de velar por su interés superior? ¿Es el Estado o son los
padres del niño? Es evidente que los padres, en virtud de la vinculación
paterno-filial, tienen el derecho natural de proteger el interés superior y de
procurar el bienestar de sus hijos. Los padres no pueden ser injustamente
privados del ejercicio del derecho a la patria potestad sobre sus hijos por la
injerencia coercitiva del Estado, excepto en casos de abuso o negligencia.
La segunda pregunta que debería sacudir nuestra
conciencia colectiva es esta: ¿Qué quiere decir velar por el «interés
superior» del menor? Actuar por el interés superior de alguien es buscar su
bien. Y el bien primordial en esta vida terrenal no es otro que la vida misma,
cuya dimensión fundamental es la biológica. ¿Quién es el autor de la vida sino
el mismo Dios Creador? Ningún ser humano es autor de su propia vida. El derecho
humano más básico es el derecho a la vida y, por lo tanto, el deber más
importante de todos los hombres y mujeres de buena voluntad es salvaguardar la
vida humana desde su concepción hasta su fin natural. El derecho de Alfie a la
vida y el derecho de sus padres a decidir lo que consideren más conveniente
para su hijo exigen que se les permita volar al Hospital del Niño Jesús de Roma.”
II)
EL NIHILISMO RELATIVISTA HA ATENTADO CONTRA LA LEY
NATURAL Y CONTRA EL DERECHO.
A)
La ley natural.
La
ley natural ha sido abiertamente desconocida en este caso y el Derecho de
familia británico y el Internacional que analizaremos luego.
“El veneno nihilista conduce a la muerte irremediablemente. El
único sentido de la vida es refocilarse en el lodo hedonista del epicureísmo.
Por eso, los actuales dueños de este mundo embrutecen a las masas y pervierten
a los niños con planes de “educación afectivo-sexual” que apelan a dar rienda
suelta a los más bajos instintos, como único medio de ser “felices”. La
hipersexualización de la sociedad responde a un plan perfectamente definido que
busca pervertir a hombres, mujeres y niños – desde el jardín de infancia – para
que exploren todo tipo de experiencias sexuales y busquen desenfrenadamente el
placer sin vinculación alguna con el amor, que para ellos no tiene el más
mínimo valor. El único sentido de la vida es “disfrutar”: del sexo, de los
placeres culinarios, de las experiencias que te hacen sentir vivo y te provocan
intensas descargas de adrenalina; de los viajes…”
“El nihilismo moderno ya ha decretado el “derecho al
aborto”, que asesina cada año a cientos de miles de niños no nacidos en
todo el mundo. En muchos países ya han legalizado la eutanasia. Y pronto
legalizarán el infanticidio, que no es sino la extensión del derecho al aborto
para asesinar legalmente a los niños recién nacidos: a fin de cuentas, ¿qué
diferencia hay? Puestos a asesinar niños, poco más da que estén en el vientre
de la madre o fuera de él.”
El caso de Alfie es muy significativo en este sentido. Pero no
solo nos enfrentamos al aborto, a la eutanasia y al infanticidio. También nos
vemos ante otro peligro de gran envergadura: el Estado Nihilista pretende
adueñarse de nuestros hijos y arrebatarnos a los padres el derecho a la patria
potestad. Los hijos ya no son un don de Dios para sus padres. Son una concesión
graciosa del Estado endiosado y convertido en un ídolo todopoderoso. ¿Cómo
es posible que unos jueces pudieran impedir que los padres de Alfie sacaran a
su hijo del hospital, donde estaba poco menos que secuestrado legalmente? ¿Cómo
es posible que unos padres no pudieran llevar a su hijo al hospital que les
diera la gana o al país que ellos mismos decidieran?
La democracia liberal ha abolido la
Ley Natural. Un mundo sin Dios carece de moral. Ya no hay leyes morales
universales. Y una democracia liberal sin Ley Natural se convierte en una
tiranía: en la dictadura del relativismo que Benedicto XVI profetizó hace ya
unos cuantos años.
B)
El Derecho Nacional británico y el Internacional.
Que
establece el Derecho de Familia, británico y el Derecho Internacional de
Familia?
Que
los menores de edad están bajo la patria potestad de sus padres o tutores. Y
que son estos los encargados de velar por el interés superior de su hijo o
pupilo.
Sólo
cuando surge patente un conflicto de intereses entre éste y el accionar de sus
representantes es que la Justicia competente le designa un defensor al niño
para que vele por sus intereses amenazados por la conducta de sus representates
legales.
En
el presente caso de Alfie Evans es evidente que sus padres buscaron con mucho
amor y celo lo mejor para su hijo sabiendo de la gravedad de su afección pero
sin bajar los brazos.
En
el Derecho británico existen los institutos de protección de incapaces.
Es
decir, que los jóvenes padres de Alfie tenían la patria potestad sobre el mismo
y su decisión debió de primar sobre la de la Justicia, muy interesada en
encarnizar la muerte del niño, a juzgar por su orden de impedir la salida del
chico con sus padres al Hospital Bambino Gesú de Roma, Italia, atento además
que dicha Nación le había otorgado la ciudadanía al pequeño.
Nada
de eso alcanzó. Primero se cumplió la orden de desconectar el respirador
artificial. Y el niño siguió respirando por sus propios medios varios días, como
queriendo expresar que pelearía por su vida terrena.
Luego,
sobrevino la anunciada orden judicial de impedir su salida al hospital
extranjero referido.
Adviértase
que no sólo se violó groseramente el Derecho británico de familia, negando el
ejercicio de la patria postestad a sus padres, sino que se fue contra el
interés superior del mismo, consagrado por el art. 9 de la Convención Universal
de los Derechos del Niño de Naciones Unidas, ratificada por el Reino Unido.
Y
peor todavía es que el Hospital británico donde murió Alfie está sospechado de
haber traficado en el pasado con órganos de niños.
Hace poco escribíamos a raíz de otros
casos: “A la devaluación interesada de la figura paterna que
promueven los grupos LGBTI, por demás conocida, parece agregarse desde hace
algún tiempo la pata judicial, que justamente desconoce arbitrariamente los
derechos del padre.” (http://www.forumlibertas.com/cuando-la-patria-potestad-paterna-parece-ya-no-les-importa/)
Por
ello, vale lo que hemos escrito tantas veces: la deriva relativista parece no
tener fin, ni aún en casos que erizan la piel como éste.
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