Lugar de la resurrección de Lázaro

Betania se encuentra cerca de Jerusalén, en la parte oriental del Monte de los olivos, relativamente cerca del camino que conducía a Jericó. Antiguamente aparece mencionada con el nombre de Ananías y situada como una población que pertenecía a la tribu de Benjamín.

Aquí se establecieron judíos desterrados a la vuelta de Babilonia. Algunas inscripciones sepulcrales encontradas en Betania hacen suponer que hubo en ella población galilea. Distaba de Jerusalén unos 15 estadios (Jn 11,18), es decir, casi tres kilómetros; Eusebio (265-340 d.C.) sitúa Betania en la “cuesta del Monte de los olivos, a dos millas” de Jerusalén. Estos datos corresponden a la distancia que hay desde Jerusalén a las ruinas de la antigua Betania bíblica, y que han ido saliendo a luz en las excavaciones arqueológicas.

Betania encontraba un poco más arriba, al oeste del pueblo actual el- Azariye, que se halla ahora en dirección sudeste, contiguo a la tumba de Lázaro. El sepulcro se encontraba, como es natural, fuera de la población, a unos 300 metros conforme a las normas judías. El nombre árabe el- Azariye, población hoy día de mayoría musulmana, se deriva de Lazarium, mencionado hacia el año 385 por la peregrina Egeria, para la cual la tumba de Lázaro era el lugar más importante de Betania. A principios del siglo IV se enseñaba a los peregrinos, según afirman Eusebio de Cesarea (330 d.C.) y el peregrino de Burdeos (333 d.C.), la cueva sepulcral en que fue sepultado Lázaro (Jn 11,38) y de donde fue llamado a la vida por el Salvador. San Jerónimo y la peregrina Egeria atestiguan, además, hacia fines del siglo IV la existencia de una iglesia en el mismo lugar. Durante las excavaciones dirigidas por S. J. Saller en los años 1949-53 se descubrieron restos de tres iglesias superpuestas, edificadas sucesivamente y en tiempos distintos. Al lado de la iglesia del siglo IV, se construyó una basílica de tres naves con piso de mosaicos. Allí había un atrio, hoy día obstruido por la mezquita, por el que antes se accedía a la gruta sepulcral de Lázaro, cuyas paredes estaban cubiertas con grafitos y símbolos cristianos. La tumba de Lázaro, al igual que la de Jesús, constaba de antecámara y cámara propiamente sepulcral, excavadas en piedra (cf. Jn 11,38; 20,4-7), aunque con una diferencia importante: la tumba de Lázaro estaba cubierta con una losa en plano horizontal, mientras que la de Jesús lo estaba con una piedra redonda en plano vertical.

No es posible localizar, en cambio, el lugar donde vivía Lázaro con sus hermanas (Jn 11,1; 12,1), que se encontraría, naturalmente, en el pueblo antiguo. San Jerónimo decía que el “albergue de María y Marta”, es decir su casa, se encontraba a una cierta distancia de la tumba de Lázaro. Con la invasión de los árabes, el lugar con la capilla que conmemora este lugar fue profanado. A fines del siglo XVI transformaron las ruinas de la iglesia antigua en mezquita y prohibieron a los católicos acercarse al sepulcro de Lázaro. Más tarde los franciscanos, custodios de Tierra Santa, consiguieron mediante una buena cantidad de dinero, abrir otro acceso al sepulcro. Desde entonces el peregrino que desea visitar este lugar Santo tiene que bajar 24 escaleras desgastadas y estrechas para llegar al vestíbulo de que hablábamos. Recienteme, la Custodia de Tierra Santa ha levantado sobre el lugar una devota iglesia. Esta la construyó el arquitecto Barluzzi en 1952-53, y está levantada sobre los restos de las antiguas basílicas adyacentes a la tumba de Lázaro.

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