Joseph Pronechen, escritor católico y autor del libro Fruits of Fatima - Century of Signs and Wonders, señaló en National Catholic Register que el Santuario de San José de Detroit, en Michigan, es una iglesia de la arquitectura gótica victoriana de casi 150 años que “está llena de la mejor artesanía en madera tallada, que data del siglo XIX”.
Según Pronechen, el templo es una joya de Detroit, pues como está “esencialmente intacto y sin cambios”, fue inscrito en 1972 en el Registro Nacional de Lugares Históricos como “uno de los mejores ejemplos de arquitectura gótica victoriana del Medio Oeste” de Estados Unidos.
Relató que el “gran edificio” que hoy es el santuario “se consagró primero como Iglesia de San José” en 1873, y que se trataba del “segundo edificio de esta importante parroquia de emigrantes alemanes que llenaron la zona del mercado de Detroit”, y que en 1892, cuando se terminó de hacer el campanario de piedra de caliza de 200 pies, fue considerado el edificio más alto de Detroit.
Relató que el arquitecto de la iglesia fue Francis G. Himpler, un alemán que diseñó iglesias en Europa y que emigró a Estados Unidos tres años antes del inicio de la construcción de la Iglesia de San José en 1870. Dijo que para lograr que “esta clásica iglesia del Renacimiento gótico” tenga la “altísima altura interior” característica, “la modeló a partir de las iglesias alemanas de "salón".
Pronechen dijo que “el histórico santuario conserva en su interior su hermoso arte litúrgico, artesanía y diseño arquitectónico original”, y posee “la colección más grande de trabajos en madera hechos a mano de todas las iglesias de la Arquidiócesis de Detroit”. Algunas piezas fueron importadas de Alemania y otras fueron donadas por artesanos y fieles de Detroit.
Las 5 ventanas sobre el retablo representan a santos fueron hechas en 1873 por Franz Mayer de Munich, y son consideradas las más antiguas de América, dijo. Destacó que la ventana central muestra a Jesús entregando las llaves del oficio papal a San Pedro, y que el rector y párroco del santuario, el P. Michael Stein, dijo que inmigrantes alemanes la pusieron durante el Concilio Vaticano I, que definió la infalibilidad papal.
Señaló que en la parte inferior de las vidrieras hay figuras geométricas en tonos rojos, verdes, azules, violetas, amarillos y dorados brillantes, diseñadas por Himpler, el primer arquitecto estadounidense que diseña vidrieras; y que se presume colaboró con Franz Mayer.
Los artesanos y fieles de Detroit ayudaron al donar decoración hecha a mano y otros elementos fueron importados de Alemania, como las Estaciones de la Cruz, hechas por Mayer, afirmó.
Los fieles donaron “el rosetón de los Siete Sacramentos que rodea a Cristo; la ventana de cuatro lancetas que representa a la Sagrada Familia junto con Juan el Bautista y Juan el Evangelista”; una ventana hecha a mano que muestra a Jesús, como “Buen Pastor”; y una imagen de la Iglesia de San José de 1856 y la actual.
También tiene una ventana hecha en Alemania titulada “La muerte de San José”. “La escena muestra a Jesús con un majestuoso ribete rojo, blanco y dorado bendiciendo a José”, que vestido de púrpura y con expresión serena, está rodeado por siete ángeles, de ellos, el que está en el centro “sostiene la corona de oro que lo espera” y María está al lado de Jesús, triste y vestida de azul.
El santuario está lleno de obras de carpintería decorativa “de roble, nogal y castaño” de tamaño grande y pequeño. Entre ellas destacan agujas y pináculos, flores talladas, diversos ornamentos y filigranas. Algunas de estas piezas talladas son el retablo del santuario y la baranda del altar “sostenida por columnas corintias con remates de oro”.
La baranda “incluye tallas en relieve, como un cáliz muy decorado y una línea de flores doradas, todas talladas individualmente. Las flores también se desbordan en otros lugares, como en el púlpito alto. Y hay agujas talladas bajo los elaborados toldos, con agujas sobre casi todas las muchas estatuas de la iglesia, desde Jesús, Nuestra Santísima Madre y San José, hasta los santos”, dijo.
Dijo que a ambos lados del santuario hay dos altares: uno de la Virgen y otro de San José, cuyas estatuas fueron modeladas en yeso por Mayer, los altares están “rematados por varias torres altas, cada una de ellas resplandece con arcos y sobreabundantes tallas y ornamentos decorativos”.
“La estatua de la Santísima Virgen está coronada y sostiene al Niño Jesús, al que se muestra con la mano derecha en alto en el acto de bendecir; y en su otra mano, sostiene un globo terráqueo que representa al mundo”, señaló Pronechen.
Dijo que “el rostro de la estatua de San José tiene una expresión tranquila y amorosa” y su figura sostiene humildemente en una mano un bastón lleno de lirios, mientras coloca su otra mano sobre su corazón”. Arriba de su altar, en la pared, hay un “enorme mural de la Ascensión”, agregó.
Destacó que ambas figuras son flanqueadas por las estatuas de otros santos: Santa Teresa y Santa Isabel de Hungría con la Virgen María y San Luis Gonzaga y Santa Rita con San José. Precisó que son representaciones “de menor escala, con rasgos más delicados; […] ligeramente más pequeños que el tamaño natural, […] y dan la impresión de ser reales”.
“Curiosamente, las [figuras] más pequeñas están talladas en madera, al igual que todas las figuras de los ángeles y evangelistas en el altar mayor”, señaló y agregó que hay estatuas del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María.
Además, dijo “en lo alto del dosel tallado sobre el púlpito elevado” hay una imagen de Jesús que según el P. Stein evoca el título de “Corazón Pastoral de Jesús”. Cristo lleva una estola, se muestra como un pastor predicando, y abre “su manto lo suficiente para revelar su Sagrado Corazón”.
También hay “estatuas de tamaño natural a lo largo de la nave, colocadas en las plataformas a mitad de camino de las columnas corintias”, que “parecen estar vigilando a la congregación”, indicó. El P. Stein “describió las estatuas como una progresión de los Doce Apóstoles en orden de dignidad, hasta llegar a los Santos Pedro y Pablo y San Juan, que están en el santuario”, agregó.
Pronechen dijo que muchos feligreses y peregrinos de la congregación germano-americana del siglo XIX “han visto y rezado ante todas estas imágenes originales”, con excepción de las imágenes de Santa Teresa de Lisieux, canonizada más de medio siglo después de la construcción de la iglesia, y la Virgen de Fátima, consagrada “más de 40 años” después.
Cabe destacar que hay dos imágenes más pequeñas de Santa Cecilia y el Rey David tallados “en la enorme caja original del órgano de nogal negro y castaño”. Dijo que ambos tienen “sus propias agujas y ornamentación talladas” y que se trata del “último estuche de órgano del siglo XIX en Detroit que permanece sin cambios”.
Pronechen dijo que la asistencia de fieles comenzó a disminuir en varias parroquias católicas, incluida la iglesia de San José. Explicó que “en 2013, la Arquidiócesis de Detroit fusionó San José con dos parroquias cercanas, y que en 2016 “la iglesia estuvo en peligro de cerrar”, pues solo acudían 25 feligreses, pero “su patrón contribuyó a salvarlo”.
Ese año, el Arzobispo de Detroit, Mons. Vigneron, “invitó a los canónigos del Instituto de Cristo Rey Soberano Sacerdote”, fundado por sacerdotes misioneros franceses en África en 1990, “a asumir el cuidado espiritual y pastoral” del templo, y desde entonces todo cambió.
Señaló que como apostolado, los canónigos celebraban “la forma extraordinaria de la Misa”, realizada según el Misal de 1962, y que “con la vibrante vida sacramental y devocional diaria que se les dio, los peregrinos empezaron a acudir en masa” a la iglesia. Hoy en día, acuden “más de 1.100 fieles los domingos, con 400 hogares registrados”, dijo.
El 19 de marzo de 2020, en la Solemnidad de San José y en el Año de San José, convocado por el Papa Francisco para celebrar el 150 aniversario de la proclamación de este santo como patrono de la Iglesia universal, Mons. Vigneron declaró la iglesia como santuario arquidiocesano.
Mons. Vigneron dijo ese día que “a lo largo de los siglos, innumerables hombres y mujeres acudieron a San José, el patrón de los padres, los trabajadores y de toda la iglesia”, y descubrieron “que es un amigo y protector constante y confiable”; y afirmó que “con esta designación, reconocemos […] que el Santuario de San José ha sido y seguirá siendo un lugar sagrado de peregrinación y una fuente de profunda devoción a San José”.
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