Juegos, gazpacho, caídas de bicicleta... ¿Cómo gestionamos estos meses en que nuestros hijos están de vacaciones?
Mi imagen idílica de un verano con niños siempre ha tenido un decorado de botes, remos, conchas, libros, bicicletas y peligrosas armas hechas con palos. El atrezzo venía con un imprescindible raspón en la rodilla y un bronceado que marcaba la diferencia del perímetro del bañador sin rojeces dolorosas. En la banda sonora estaba “My girl” para las horas del día, y confiaba la noche al canto de los incondicionales e incombustibles grillos: sus cri-cri acompasaban perfectamente con los sueños de unos niños agotados después de haber salido victoriosos en sus carreras de cangrejos. Mucho gazpacho en el campo, y gajo de sandía al borde del mar. ¿A que ya te huele a salitre?
Estoy segura de que más de una madre soñará con esos veranos para sus hijos, pero la realidad no suele venir equipada, en muchos casos, para facilitar que esos sueños se materialicen. La realidad tiene pisos sin terrazas a los que no llega el ruido de los grillos, y asfalto que no se parece en nada al campo. Pero es verano: nuestro verano y, sobre todo, el de ellos.
Ideas para estas vacaciones
La imaginación y el sentido común sentarán las bases para que este sea un verano con niños inolvidable.
1Primera premisa: disfruta desde el principio.
No esperes a disfrutar cuando llegues a unos días de vacaciones fuera de casa. Disfruta, desde el primer momento, haciendo limpieza del material del cole, completando lo que necesitan para el campamento, preparando las maletas, o los bocadillos para el viaje. El verano ya empezó.
2Segunda premisa: necesitas horarios.
No puedes ir de picnic sin que antes alguien haya cuajado unas tortillas, o sin comprar lo necesario para emulsionar un gazpacho. Para poder disfrutar, necesitas normas claras. Sólo así conseguirás que la tele, el ordenador y el resto de pantallas dejen a tus hijos ser los protagonistas de sus vacaciones.
¡Saquemos a los padres-pantojas-protectores que llevamos dentro, y arrinconemos a los que quieren anular a nuestros hijos! Pero que estas medidas no sean un fin en sí mismas. No olvides que tienen que ser un medio para conseguir tu fin: su verano de película. Por eso, alargamos una sobremesa sin mirar el reloj, nos acostamos un poco más tarde cuando la partida de Monopoly está en su punto álgido, estiramos una mañana de playa y comemos más tarde. El objetivo es descansar y disfrutar. Para ello, las normas, los horarios, son imprescindibles. Pero… necesitan de tu sentido común para que el verano no se convierta en una tiranía.
3Tercera premisa: invéntate un plan semanal extraordinario.
He aquí algunos ejemplos:
- Cine al aire libre.
- Excursión en tu zona: me apostaría lo que quieras a que hay un montón de sitios de tu ciudad que no has visitado.
- Concursos entre los de casa: de tortilla, de cuentos, de lo que más os guste.
- Picnic con baño en la playa a la luz de la luna…, y de algún que otro farolillo.
- Montar una tienda de campaña, aunque sea en los pocos metros cuadrados de tu adosado.
- Club de lectura: saber que leen el mismo libro que papá y mamá les hará sentirse importantes. En casa ya tenemos día y hora para nuestra primera sesión. Empezaremos con “El niño del pijama de rayas”. Si les cuesta leer, lee tú el libro en voz alta.
4Cuarta premisa: “only two”.
Porque el verano con niños tiene que ser también tiempo para dos. Adoramos a nuestros niños, pero pasamos las 24 horas del día en casa con ellos, y esto provoca escenas nada instagramer: lidiar con 300 peleas, cuartos imposibles, bebés irritables por las altas temperaturas…
Todo ello hace que necesitemos más que nunca buscar, encontrar, y defender, nuestros momentos de comedia romántica. Únicamente tenemos que adaptar los planes extraordinarios mencionados al formato “sólo para dos”: playa de noche, picnic que sustituye el refresco por dos copas de champán…
5La quinta y última premisa, pero no menos importante: el verano es también tiempo para uno mismo.
Tiempo para recobrar fuerzas. Para que, cuando comparemos el verano que habíamos soñado con el verano con niños que hemos vivido realmente, no nos dé ningún bajón. Para que, cuando estemos agotados de poner crema, lavar toallas, etc., seamos capaces de contestar de forma ingeniosa a la pegajosa frase de ”me aburro”.
Y, ese tiempo, ese recargar pilas, esa ilusión, solo, solo, la puedes conseguir de una forma. No es en un spa, no es en un viaje, no es una app, no cuesta dinero. Es Él, Jesús. Pasar con Él un ratito todos los días no te robará mucho tiempo, y te proporcionará soluciones, ilusiones, y ese plus de vitaminas, el que necesitas justo ese día.
Nuestros peques también lo necesitan. Busca un hueco para que le cuenten, para que les consuele, para que aprendan que, en verano, también una sola cosa es importante. Lo demás, el decorado, el atrezzo, la banda sonora, Él te lo dará por añadidura.
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