Los migrantes pierden a un defensor y a un amigo en su camino

Acababa de cumplir cincuenta años de ordenación sacerdotal. Tenía 75 años de vida. Su labor se desempeñó en diversas zonas indígenas y pobres del Estado mexicano de Puebla, en el centro del país: camino de paso de miles de migrantes centroamericanos rumbo al gran norte

Se trata del padre Gustavo Rodríguez Zárate, coordinador de la Pastoral de la Movilidad Humana de la Arquidiócesis de Puebla y uno de los sacerdotes mexicanos más comprometidos en la defensa de los derechos humanos de los migrantes, de los indígenas, de los sin tierra, de los “olvidados”.

La dimensión social de un sacerdote

Nació en el vecino Estado de Tlaxcala, en el pueblo marcadamente indígena de Santa Cruz. Fue de la generación de sacerdotes que sintieron de cerca, muy de cerca, los años convulsos después del Concilio Vaticano II. Su opción por los pobres y los desheredados le valió persecuciones. Hasta su último aliento, siguió adelante.

Conocido por propios y extraños como “el padre Gus”, Rodríguez Zárate murió de complicaciones de un cáncer en el pulmón el pasado jueves 24 junio. Esta fecha estará grabada en el corazón de miles de migrantes que fueron por él asistidos, especialmente en los últimos 25 años, en el albergue de la Parroquia Nuestra Señora de la Asunción de la ciudad de Puebla.

Pero su trabajo con migrantes venía desde la década de los ochenta del siglo pasado, cuando fue nombrado párroco del municipio de Zacapala, en la región de la Mixteca poblana. Según relataba “el padre Gus”, fue ahí, en ese intrincado nudo indígena que comparte Puebla con Oaxaca donde vivió “en carne propia” el dolor de los migrantes.

De Zacapala pasó a otro territorio indígena, convertido en párroco de la iglesia de Santa Clara Ocoyucan, y años más tarde, hacia 1995, llegó a la capital, Puebla de los Ángeles, en donde instaló el albergue que ahora llora su deceso.

Amó a los que encontró a su paso

El padre Rodríguez Zárate, “se caracterizó por siempre estar informado en materia política y anhelaba que hubiese cambios trascendentales en su comunidad, en el mundo. Amo a quienes encontró en su paso, sobre todo a los que necesitaban apoyo, resguardo y misericordia”, reconoció la profesora Carolina González Barranco, de la Universidad Iberoamericana plantel Puebla en entrevista con La Jornada de Oriente.

Una faceta muy interesante del padre Rodríguez Zárate fue la de apoyar la Carrera de la Antorcha Guadalupana que anualmente hace el recorrido desde la Basílica de Guadalupe hasta la catedral de San Patricio, en Nueva York.

La idea que anima esta carrera es la de llevar un mensaje de aliento y de amor de la Virgen de Guadalupe a los migrantes, muchos de ellos nativos de Puebla que viven en la Gran Manzana.

Una huella profunda

El padre Gus “es un faro aún pese a su muerte”, dijo a la Jornada de Oriente González Barranco. Por su lado, el Consejo Tiyat Tlai, conformado por diferentes agrupaciones defensoras del territorio, escribió en sus redes sociales: “Lamentamos la partida de Gustavo Rodríguez Zárate; nos duele a todos y todas, migrantes, organizaciones, campesinos, hombres y mujeres de la Sierra Norte, la Mixteca y la Sierra Negra, por donde deja una huella profunda”.

Y, además de congregar la ayuda de organizaciones católicas y civiles para dar comida y un lugar de descanso a las caravanas de migrantes, “el párroco denunció abusos que cometen autoridades locales y federales, así como grupos de la delincuencia organizada, en contra de los centroamericanos que cruzan por el territorio mexicano”, según relató el semanario mexicano Proceso.

Un sacerdote muy cercano a las causas populares, que siempre detestó el clericalismo y estuvo cerca de quienes son los preferidos del Reino de Dios. Así lo reconoció en una de sus últimas entrevistas en 2020 al periodista Álvaro Ramírez:

“Siempre me ha molestado, desde el Seminario, el clericalismo. El creerse una casta aparte, superior del clero, y eso no va conmigo, ni con la Iglesia, ni con Jesús. Y eso el Papa Francisco lo ha atacado fuerte, de que seamos sencillos, que no seamos aferrados al poder o al dinero, sino cercanos a las comunidades, y por eso siempre he luchado”.

Ejemplo a seguir

La Secretaria General de la Conferencia del Episcopado Mexicano, la Dimensión Episcopal de Pastoral de Movilidad Humana emitieron un comunicado en el que reconocieron que “el padre Gus” dedicó su vida a múltiples tareas apostólicas, entre ellas, a acompañar a los hermanos en contexto de movilidad, de manera especial a los hermanos y hermanas migrantes.

“Que su ejemplo nos impulse a seguir trabajando para promover en el mundo el Reino de Dios, con caridad y justicia, especialmente entre las personas, que por necesidad tienen que dejar su tierra, su familia, sus orígenes”, recordó este comunicado, que expresa los sentimientos de muchos hombres y mujeres que lo conocieron y que, por él, pudieron seguir su camino hacia el norte de México, con la frente en alto.

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