El sacerdote sirve como decano académico y asesor de formación del Pontificio Colegio Norteamericano de Roma, y cursa un doctorado en Teología Sagrada en la Pontificia Universidad Gregoriana, donde además enseña Teología e Historia de la Iglesia Católica de Estados Unidos.
El P. Cush señaló en National Catholic Register que es edificante ver cómo los obispos de todo el mundo están promoviendo con fuerza la figura de San Ireneo, santo obispo que vivió entre los años 130 y 202 y que es considerado el más importante adversario del gnosticismo, una de las herejías más antiguas y actuales de la humanidad.
Recordó que en la Asamblea General de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB), realizada en noviembre de 2020, el Obispo de Fort Wayne-South Bend (Indiana), Mons. Kevin Rhodes, pidió que se reconozca como “Doctor de la Iglesia” al gran Padre de la Iglesia, San Ireneo (130-202 d.C.).
El P. Cush señaló que Mons. Rhodes dijo que la declaración es “quizás una forma de corregir un descuido de la historia”, y que todos los obispos estadounidenses respaldaron la idea, que fue iniciada en Francia por el Arzobispo Emérito de Lyon, Cardenal Philippe Barbarin. Mons. Rhodes explicó que la petición de la USCCB se comunicará al Vaticano y luego deberá seguir el siguiente proceso:
“Si existe el deseo de que el santo sea nombrado Doctor de la Iglesia, el promotor de la causa debe investigar y estudiar más y buscar un consenso más amplio en todas las naciones de que sería una búsqueda digna. […] La congregación dijo que el apoyo de todas las conferencias episcopales es muy útil para discernir este tipo de peticiones”, indicó.
El P. Cush dijo que “una de las principales razones” por las que la USCCB, “junto con otras conferencias episcopales en todo el mundo, está promoviendo este concepto es que San Ireneo dedicó gran parte de su ministerio a predicar” contra el gnosticismo, “una de las herejías más antiguas”, que los obispos consideran muy viva y presente en el mundo de hoy.
Señaló que para entender este tema es importante conocer ¿qué es una herejía y quién es un hereje?, ¿en qué consiste el gnosticismo?, ¿quién fue San Ireneo y qué hizo para combatir esta herejía?, ¿por qué está muy viva y presente en los Estados Unidos de hoy?, y ¿cómo podemos combatir el gnosticismo en nuestras vidas y en nuestro mundo?
En su artículo, el P. Cush explicó que a veces sus estudiantes de Teología de primer año caen en “herejía” de forma no deliberada, sino más bien por usar un lenguaje impreciso o caer en extrañas interpretaciones de la doctrina católica; y otros, por no haber estudiado nunca Teología.
Según el Código de Derecho Canónico de 1983 (núm. 751): “La herejía es la negación obstinada o la duda obstinada, después de la recepción del bautismo, de alguna verdad que debe ser creída por la fe divina y católica [credenda]; la apostasía es el repudio total de la fe cristiana; el cisma es el rechazo de la sumisión al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia sujetos a él”, recordó el P. Cush.
Para explicarlo con más detalle, el sacerdote se refirió a un “excelente artículo” de la revista First Things, donde la doctora Alyssa Lyra Pitstick, en diálogo con el difunto teólogo, el P. Edward Oakes, de la Compañía de Jesús, ofrece una clara distinción entre los dos tipos de herejes.
En el artículo se señala que antes “se solía hacer una distinción muy simple, precisa y útil entre un hereje material y un hereje formal”.
“El hereje material se equivoca en sus hechos, al creer que algo es la verdadera doctrina de la Iglesia, aunque de hecho no lo es. Su elección se hace en ignorancia. Si aprende de fuentes confiables que la Iglesia enseña lo contrario, rápidamente cambia de creencia, porque su preocupación es creer lo que cree la comunidad de fe, pues él cree que es la Iglesia de Cristo”, señala.
Mientras que “el hereje formal sabe lo que la Iglesia enseña y cree en otra cosa; es decir, en el objeto de su elección. Su creencia se contrapone a la de la Iglesia y su preocupación es aferrarse a su elección. Su elección se hace con conocimiento. Por supuesto, un hereje formal a menudo comienza con el error inocente de un hereje material, pero la diferencia es que se aferra obstinadamente a él ante la nueva información”, agrega.
En el texto se explica que “la herejía formal no requiere esfuerzos de corrección oficial por parte de las autoridades eclesiásticas, ni una declaración de su parte. Solo requiere que el individuo sepa lo que la Iglesia enseña en asuntos esenciales y que persista en sostener algo incompatible con esa enseñanza”.
Además, se sostiene que “la herejía formal tampoco requiere que el hereje abjure [abandone la doctrina católica de forma solemne] de su membresía en la Iglesia, como afirmó Oakes. De hecho, sería sorprendente que un hereje abjurara, pues se ha convencido a sí mismo de que su doctrina es la correcta. Implícitamente, por lo tanto, representa la Iglesia verdadera -o pura, original o lo que sea-, al menos para sí mismo”.
El P. Cush dijo que a partir de estos conceptos “podemos ver que un hereje formal no es simplemente alguien que comete un desliz o que expresa su respuesta de manera incorrecta”, sino que “se necesita mucho trabajo para ser un hereje formal”.
De modo que “al aprender las enseñanzas de la Iglesia, al adherirnos a las enseñanzas de la Iglesia y al vivir las enseñanzas de la Iglesia, ¡podemos evitar todo ese trabajo!”, agregó.
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