Cambia, renueva tu vida, debes salvar tu alma inmortal. Una confesión sacramental es un buen inicio
«No todo el que me diga: «Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial»
Mateo 7
Santa Faustina registra en su Diario estas extraordinarias palabras de Jesús:
“El desprecio y abandono de las almas desgarra mi corazón. A pesar de mi amor infinito, no se me confían”.
“Antes de que yo venga como Justo Juez, abro de par en par las puertas de mi Misericordia. Pero el que no quiera entrar por las puertas de mi Misericordia, tendrá que pasar por las puertas de mi Justicia”.
“Para castigar tengo yo la eternidad: ahora yo prolongo a los hombres el tiempo de mi Misericordia…”
Todo pasa
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El mundo con sus apetencias, imágenes provocativas y deseos terrenales te hace olvidar muy rápido que estamos de paso, que acá todo es temporal, efímero.
Si se te olvida, lo recuerdas a cierta edad cuando tus conocidos, familiares y amigos empiezan a partir.
He pensado mucho es ello últimamente. Personas muy queridas se han marchado. Supongo que muchos en el mundo se sienten igual. Esta dolorosa pandemia se ha llevado padres, madres, abuelos. Es una tragedia.
¡Qué frágil de la vida y a la vez qué extraordinaria! Llega un momento en que debes hacer un alto y reflexionar.
Debes decidir sobre tu eternidad.
Elige el cielo
Decía la sierva de Dios, sor María Romero Meneses, una santa de la que te he hablado en otras ocasiones:
“No podemos elegir nuestro nacimiento, nuestra familia, comodidades y vicisitudes, ni siquiera los años de vida ni la hora y modo de la muerte; pero sí podemos elegir nuestra eternidad. ¿No debemos elegir la buena, cueste lo que cueste?”
Debes empezar a leer la Biblia, sí, esa que tienes arrinconada en una esquina de tu casa sobre un atril de madera.
Debe llamar tu atención, empieza a leer. Dios quiere hablarte . ¿Lo escucharás?
Si abres esa Biblia encontrarás versículos extraordinarios como este que te estremece el alma y te llama a la reflexión:
Encuentra a Dios
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Te recomiendo que hagas un alto en tu vida, mira las maravillas que Dios ha creado para ti. Sé agradecido.
Restaura tu amistad con Dios ahora y haz el bien mientras puedas. El día que te marches de este mundo será ya muy tarde para hacer buenas obras.
Cambia. Renueva tu vida. Debes salvar tu alma inmortal. Una confesión sacramental es un buen inicio.
A mi esposa -creo que en alguna vez te lo he comentado- le encanta repetir esta frase que una vez leyó:
“Qué tristeza perder una maravillosa eternidad por un poco de tierra”.
Me gusta esta frase que nos repetían de niños y conviene recordar:
“Seamos buenos, que Dios nos ve”.
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cv2decastro@hotmail.com
¡Dios te bendiga!
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