Sus padres, Felipe Cabanillas y Francisca Antonia Sánchez, constituyeron una hermosa familia con once hijos, a los que educaron en la fe. En casa de los Cabanillas se percibía un ambiente muy vivo pero afable, con las bendiciones y las dificultades propias de una familia numerosa. Prueba de lo presente que estaba Dios en casa fue que cuatro de los once hermanos, incluyendo a la Madre María del Tránsito, consagraron sus vidas a Dios como religiosos.
El nombre de pila de la beata fue María del Tránsito Eugenia de los Dolores, al que más adelante ella agregaría "de Jesús Sacramentado", a causa de su gran amor a la Eucaristía.
Durante su juventud tuvo dos grandes compañeras: sus hermanas Josefa y Nicasia. Para los demás hermanos -los menores-, dada la diferencia de edad, ella era “la madrecita”. Y es que así la sentían, porque los cuidaba con el celo de una auténtica madre.
El padre de María falleció a los 29 años, lo que dejó en el corazón de la beata una herida profunda porque él era su gran amigo. A veces, de manera misteriosa, Dios se vale de esas pérdidas tan difíciles de asimilar para forjar el corazón de sus hijos. Algo así parecía estar sucediendo con María: no mucho después de la muerte de su padre tuvo que sobreponerse además a la muerte de su madre y de sus hermanos Eufemia, Isabel y Emiliano, fallecidos todos en 1875 por causas naturales.
En medio del dolor le tocó a María descubrir que Cristo la invitaba a compartir su sufrimiento redentor para salvación de los hombres. Así llegaría, en solo un par de años, la decisión de ser religiosa.
Los primeros pasos de la entrega total a los necesitadosEn 1878, la ahora Madre María del Tránsito, acompañada por solo dos jóvenes, fundó la Congregación Hermanas Terciarias Misioneras Franciscanas. La residencia donde vivían la denominaron Colegio de Santa Margarita de Cortona. Los principales objetivos de la nueva congregación eran "promover las obras de caridad y misericordia, y dar educación gratuita a las hijas de los pobres y desamparados". Pronto se sumarían a la congregación otras mujeres que compartían el mismo espíritu de servicio.
A la Madre María le gustaba cultivar el jardín y trabajar en la huerta del convento. Disfrutaba serenamente del trabajo doméstico y las labores manuales, cuidaba del orden y el aseo.
Solía visitar las casas de los pobres, enfermos y desamparados, alcanzándoles ayuda material y espiritual, labor que no dejó de realizar ni durante la epidemia del cólera de 1867 que dejó más de cuatro mil víctimas en Argentina.
Madurez de la congregaciónEn 1879 se nombró al Padre Porreca como director espiritual de la Orden y a la Madre María del Tránsito como Madre Superiora. Luego de siete meses ambos fundaron el Colegio Nuestra Señora del Carmen en Concepción de Río Cuarto, siendo designada la Madre María del Tránsito Superiora Mayor. En 1882 se fundó en Villa Nueva (Córdoba) la tercera casa, dedicada a la Inmaculada Concepción.
Para 1883, las casas de Villa Nueva y San Vicente ya tenían más de un centenar de alumnas y la de Río Cuarto, trescientas veinte.
La Madre María del Tránsito, después de una vida intensa y fértil en el apostolado, entregó definitivamente su alma a Dios el 25 de agosto de 1885. En los últimos años había padecido una serie de malestares crónicos que la dejaron muy débil y que supo utilizar como ofrenda por su santidad y la de sus hijas espirituales. Antes de partir les dejó a estas unas palabras que se convirtieron en herencia espiritual:
“Yo ya no les hago falta, porque no puedo hacer nada, pero, cuando muera, desde el Cielo, les haré mucho bien".
María del Tránsito Cabanillas fue sepultada en el terreno destinado a la Iglesia de Santa Margarita de Cortona en la ciudad de Córdoba.
El 14 de abril de 2002 fue beatificada por el Papa San Juan Pablo II.
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