Francisco puso de ejemplo la famosa torre de Babel para explicar el mundo en que vivimos y afirmar que “la sociedad puede regirse solamente cuando se apoya sobre una solidaridad verdadera, mientras que la envidia crece junto a las ambiciones desenfrenadas y el espíritu de adversidad la condenan a la violencia del caos”.
Por tanto, aseguró que es mucha la responsabilidad que tienen. “Es una ciudad que no admite los sentidos únicos de un individualismo exasperado, que disocia el interés privado de lo público” que “no soporta ni siquiera los callejones ciegos de la corrupción, donde las plagas de desintegración están anidadas. No conoce los muros de la privatización de los espacios públicos, donde el ‘nosotros’ se reduce a consignas, artificio retórico que enmascara el interés de pocos”.
“Construir esta ciudad requiere de ustedes un entusiasmo presuntuoso sobre lo alto, pero un compromiso humilde y cotidiano sobre lo bajo” porque “no se trata de alzar la torre, sino de alargar la plaza, de hacer espacio, de dar a cada uno la posibilidad de realizarse a sí mismo y la propia familia, y de abrirse a la comunión con los otros”.
El Papa también dijo que “para abrazar y servir a esta ciudad hay que tener un corazón bueno y grande” y de esta manera “hacer crecer en las personas la dignidad de ser ciudadanos”.
“Promueve la justicia social, por tanto, el trabajo, servicios, la oportunidad. Crea innumerables iniciátivas con las que habitar el territorio y tomar cuidado. Educa en la corresponsabilidad, porque la ciudad es un organismo viviente, un gran cuerpo animado, donde si una parte respira con dificultad es también porque no recibe de las otras el oxígeno suficiente”.
El Papa denunció también la marginalidad y pobreza en áreas de muchas ciudades, en las que muchos no cuentan nada. “No debemos aceptar estos esquemas que separan y hacen que la vida de uno sea la muerte del otro y la lucha termine por destruir cada sentido de solidaridad y humana fraternidad”.
“El punto de vista de los hombres es la mejor escuela”, manifestó para invitar a continuación a “construir comunidades donde cada uno se sienta reconocido como persona y ciudadano, titular de deberes y derechos, en la lógica indisoluble que une el interés de cada uno y del bien común”.
También subrayó la necesidad de “una política y una economía nuevamente centrada en la ética: una ética de la responsabilidad, de las relaciones, de la comunidad y del ambiente”.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 29 de septiembre de 2017
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