El encuentro tuvo lugar en la Plaza de la Basílica de San Domenico. Después de un saludo del profesor Francesco Ubertini, Rector del alma Mater Studiorum, Francisco dirigió algunas palabras.
En su discurso, el Papa explicó que “es un desafío actual” el “reafirmar los derechos de las personas y de los pueblos, de los más débiles, de quien es descartado, y de lo creado, nuestra casa común”.
“¡No se contenten con pequeños sueños, sino sueñen en grande!”, dijo el Santo Padre a los estudiantes. “Renuevo con ustedes el sueño de un nuevo humanismo europeo para lo que sirve memoria, valentía, sana y humana utopía”.
“Donde los jóvenes respiren el aire limpio de la honestidad, amen la belleza de la cultura y una vida sencilla, no contaminada por las infinitas necesidades del consumismo, donde casarse y tener hijos son una responsabilidad y una gran alegría”, sostuvo.
Francisco resaltó además que “la Universidad de Bologna es desde hace miles de años laboratorio de humanismo: aquí el diálogo con las ciencias ha inaugurado una época y ha plasmado la ciudad”.
El Pontífice sostuvo que “no se puede vivir de verdad sin elevar el ánimo a la conciencia, sin el deseo de apuntar hacia lo alto” pero también “la búsqueda va hecha junta, estimulando y compartiendo buenos intereses comunes”.
“La búsqueda del bien, en efecto, es la clave del éxito en los estudios; el amor es el ingrediente que da sabor a los tesoros del conocimiento y, en particular, a los derechos del hombre y de los pueblos”.
El Papa nombró entonces, los que considera tres derechos fundamentales de los estudiantes:
A la cultura: El acceso a los estudios, pero también la tutela de “la sabiduría”. “A menudo se está condicionado por modelos de vida banales y efímeros que empujan a perseguir el éxito a bajo coste, desacreditando el sacrificio, inculcando la idea de que el estudio no sirve si no tiene nada que dar rápidamente”.
“Pero no: el estudio sirve para hacerse preguntas, para no dejarse anestesiar por la banalidad, a buscar el sentido de la vida”. El Papa invitó a “responder a los cantos paralizantes del consumismo cultural con elecciones dinámicas y fuertes, con la búsqueda, el conocimiento y el compartir”.
“El saber que se pone al servicio del mejor postor, que viene a alimentar divisiones y a justificar opresiones no es cultura”, añadió.
“Contra una cultura que reduce al hombre a descarte, la búsqueda de intereses y la ciencia y técnica afirman juntas una cultura a la medida del hombre, una búsqueda que reconoce los méritos y premia los sacrificios, una técnica que no se pliega a los deseos mercantilistas, un desarrollo donde no todo lo que es cómodo es lícito”.
A la esperanza: El Santo Padre pidió no dejar sitio al miedo y al odio, y no ser sometido por las frases hechas por los populismos o la expansión inquietante y rentable de las falsas noticias”.
“Es el derecho a ver puesto un límite razonable a la crónica negra, para que también la crónica blanca, a menudo silenciada, tenga voz”.
“¡Qué hermoso sería que las aulas de las universidades fuesen canteras de esperanza, oficinas donde se trabaje en un futuro mejor, donde se aprenda a ser responsable de sí y del mundo!”.
A la paz: “Hoy, muchos interesas y no pocos conflictos parecen hacer desvanecer las grandes visiones de paz. Experimentamos una fragilidad incierta y el cansancio de soñar en grande. ¡Pero no tengan miedo de la unidad!”.
El Papa recordó a la Unión Europea y afirmó que “la historia nos enseña que la guerra es siempre y solo una masacre inútil. Ayudémonos, como afirma la Constitución Italiana, a ‘repudiar la guerra’”.
Por último, Francisco dijo que sueña con una Europa “universitaria y madre” que “infunda esperanza a los hijos y sea instrumento de paz para el mundo”.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 1 de octubre de 2017
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