Humanae Vitae es una encíclica profética para la Iglesia y el mundo, afirma Arzobispo

, 29 Abr. 19 (ACI Prensa).- "La Humanae Vitae fue una encíclica profética en cuanto proclamación de la verdad y confirmación consoladora para los fieles, como testimonio para la Iglesia y para el mundo”, expresó el Arzobispo Emérito de La Plata, Mons. Héctor Aguer.

En la Universidad de Cuyo en San Luis, Mons. Aguer dictó la conferencia titulada "Humanae Vitae: actualidad de un documento olvidado", para reflexionar sobre la encíclica publicada el 25 de julio de 1968 por San Pablo VI.

En su conferencia, Mons. Aguer recordó los temas planteados en la encíclica sobre la regulación de la natalidad y las consecuencias del uso de anticonceptivos y de “la generalización de ese recurso”.

A modo de ejemplo, enumeró “la apertura de un camino fácil y amplio a la infidelidad conyugal y a la degradación de la moralidad, habida cuenta de la debilidad humana y de lo vulnerables que son los jóvenes en ese punto de una inclinación temprana de la experiencia sexual”.

También “el peligro de que la mujer quedara esclavizada bajo el dominio del varón y el arma que se pondría en las manos de autoridades públicas despreocupadas de las exigencias morales”, agregó.

En ese sentido, Mons. Aguer sostuvo que “la intervención estatal, en los últimos cincuenta años, se ha revelado funesta en todo el mundo, incluida la Argentina, sobre todo desde 1983”.

“Por ejemplo, las campañas de educación sexual son, en realidad, campañas de perversión” convertidas “en derechos tutelados por leyes inicuas, contrarias no solo a la ley divina, sino también a la natural, a la ratio de la naturaleza humana”.

“La legalización del matrimonio igualitario; la práctica de la fabricación de bebés en probeta mediante donación de gametos y alquiler de vientres; el reparto masivo de preservativos; la legalización total o parcial del aborto; la propaganda desvergonzada del concubinato; y la fornicación a través de los medios de comunicación que, entre nosotros, presentan simpáticamente los amoríos provisorios de la gente de la farándula, a la que se asocian deportistas y políticos”, alertó.

Durante su reflexión, el Arzobispo Emérito de La Plata recordó al psicoanalista Sigmund Freud, quien presentó una serie de “desviaciones sexuales”.

“El onanismo se suma a otros ismos y filias: exhibicionismo, voyerismo, fetichismo, sodomía, violación, incesto, sadismo, masoquismo, coprofilia, zoofilia. (Freud) Advierte que en todos estos casos el cuerpo se entrega como carne, no de manera auténticamente personal y por eso los considera comportamientos impúdicos y perversos”.

Caracterizados, continuó, porque “descartan la finalidad esencial de la sexualidad, es decir la procreación. Y añade: es perversa toda actividad sexual que, renunciando a la procreación, busca el placer como una meta independiente de ella".

En ese sentido, dijo que la encíclica, “en el marco de una visión integral del hombre, aclara el sentido del amor conyugal, que para ser plenamente humano: es total, fiel, exclusivo y fecundo”.

Mons. Aguer indicó que “el argumento capital de la encíclica es el respeto a la naturaleza y finalidad del acto conyugal, que debe quedar abierto a la trasmisión de la vida, ya que su significado es doble: unitivo y procreativo, ensamblados ontológicamente por Dios Creador en la naturaleza de la sexualidad humana”.

El Prelado recordó que “la encíclica de Pablo VI no fue aceptada por amplios sectores de la Iglesia, en momentos en que arreciaba la crisis de fe y de obediencia, a la cual el pontífice se refirió abundantemente en sus catequesis y procuró paliarla con sabias iniciativas pastorales”.

"Pablo VI debió soportar presiones continuas para que se pronunciara en sentido contrario a la tradición”, señaló.

Así, el documento lo rechazaron “teólogos, sacerdotes y obispos, y a partir del mismo, se desencadenó la crítica demoledora de los fundamentos de la teología moral. Muchos pastores desviaron a los fieles de la auténtica verdad católica sobre el matrimonio y de ese modo los inducían a adoptar una concepción de la vida cristiana eludiendo el camino estrecho de la Cruz y desconfiando de la gracia, que hace posible lo más arduo”, explicó.

Sin embargo, afirmó, San Pablo VI “no quiso agradar a los hombres, sino ser fiel al ministerio petrino y a la responsabilidad que éste conlleva. El resultado es un texto conciso, cuidadosamente argumentado y definitivo, cuya factura y publicación hubiera sido imposible sin una especial asistencia del Espíritu Santo. En algo tan delicado e íntimo para la vida de los cristianos, la Iglesia no podía equivocarse”.

En la charla "Humanae Vitae: actualidad de un documento olvidado", también participaron el Obispo de San Luis, Mons. Pedro Martínez; sacerdotes; religiosas; universitarios y referentes de instituciones provida y profamilia. 

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