“La ciudad siria ha perdido muchos hospitales y centros de salud, destruidos por terroristas, por ejemplo, el Hospital Al-Kindi y el hospital oftálmico. Gran parte del equipo y suministros médicos han sido robados, y muchos médicos han emigrado porque los terroristas secuestraron a algunos de ellos o amenazaron con matar a otros. Como consecuencia, el sistema de salud se encuentra en un estado precario y esta es la raíz del temor de que el virus se propague en la población, especialmente entre los soldados árabes y sirios”, explicó el sacerdote católico armenio Antoine Tahhan a ACN.
El presbítero tampoco cree que los respiradores que hay en los hospitales, “especialmente en las unidades de cuidados intensivos, sean suficientes para combatir el virus”.
“También necesitaríamos una gran cantidad de mascarillas quirúrgicas, esterilizadores y otras herramientas. Sin embargo, necesitamos concienciar más a la población sobre la salud. Hasta ahora hay muchas personas que caminan por los parques, se dan la mano o se saludan sin tomar en cuenta las medidas recomendadas por la salud pública”, aseguró.
El 19 de marzo, el Gobierno sirio ordenó cerrar todas las tiendas por temor a la propagación del COVID-19 e impuso toque el toque de queda desde las 6:00 p.m. hasta las 6:00 a.m. El 22 de marzo los obispos católicos de Alepo también decidieron cerrar las iglesias. Desde entonces, el P. Antoine va y viene todas las mañanas a la iglesia católica armenia de la Santa Cruz en Alepo para celebrar la Misa, luego vuelve a casa para cumplir con la cuarentena.
ACN indicó que aunque el coronavirus se ha presentado menos agresivo en el país, esto no exime a la maltratada ciudad de Alepo, que fue duramente golpeada durante la guerra y que aún se recupera desde que fue liberada el 24 de diciembre de 2016.
“Muchas personas dicen que han sufrido durante nueve años y han sobrevivido a la guerra y al hambre. Algunas personas son más precavidas y usan esterilizadores, mascarillas quirúrgicas, antisépticos y guantes de seguridad para la prevención, pero la mayoría no teme la propagación del coronavirus. Han sufrido ya tanto”, continuó el P. Antoine.
El éxodo causado por la guerra ha tenido efectos devastadores, explica el sacerdote. Recordó que el número de familias cristianas en Alepo antes de la guerra “era de alrededor de 30.000”.
“Ahora esta cifra se ha reducido a alrededor de 10.000. Además, padecemos un envejecimiento masivo: el número de personas mayores ha aumentado a dos tercios de la población, no solo en Alepo sino en toda Siria. Y la falta de fuerza laboral joven se agrava debido al servicio militar”, lamentó.
El presbítero cuenta que “cuando la ciudad de Alepo fue liberada, había optimismo y durante 3 años muchos pusieron sus esperanzas en el trabajo, pero la situación económica en general va de mal en peor”.
“Muchos están desempleados y los salarios no son suficientes para mantener a una familia de cuatro miembros. Las sanciones económicas están haciendo sufrir mucho a la población y la mala situación económica en el Líbano afectó a la economía siria, el dólar se ha disparado y con ello el costo de vida. También se suspendieron las ayudas que entraban a Siria a través del Líbano”, acotó.
Por esta razón, “para alentar a las familias a regresar a Siria, necesitamos levantar las sanciones económicas –como ha pedido el Papa en su discurso de Pascua– y ayudar a los jóvenes a encontrar trabajos”.
“También necesitamos seguridad, asistencia médica y abolir la reserva militar, para que los jóvenes puedan trabajar, construir su futuro y crear una familia”, añadió el P. Antoine.
Desde la liberación de Alepo, 75 familias armenio-católicas han regresado. Estas fueron desplazadas de otras áreas del país y no de Europa.
Aunque el coronavirus es una preocupación adicional entre muchas otras, la pandemia mundial en Siria causa temor especialmente por las consecuencias económicas.
“Del contacto que se tiene con las diócesis del Medio Oriente, surge sobre todo una preocupación, atribuible a lo descrito por el P. Antoine Tahhan con respecto al aumento en la edad promedio de la comunidad cristiana en Siria e Irak”, comentó Alessandro Monteduro, director de ACN Italia.
En ese sentido dijo que “una población predominantemente mayor, asistida por sistemas de salud precarios, es particularmente vulnerable al coronavirus”.
“Si se propaga aún más, se teme que pueda causar una masacre. Ayuda a la Iglesia Necesitada en estas horas está intensificando su apoyo a las Iglesias del Medio Oriente para que este riesgo sea, en la medida de lo posible, inmovilizado”, concluyó Monteduro.
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