Muchas parejas afirman vivir un conflicto entre su ideal de matrimonio y aquello que viven cotidianamente. Comenzaron con el deseo de vivir en pareja con “un solo corazón y una sola alma” (He 4,32) y constataron que la realidad no se ajusta a ese hermoso ideal. Experimentan entonces como un vacío en esta aventura que habían previsto estimulante y querrían comprender qué sucede, siempre con el miedo de descubrir que su visión de pareja podría haber sido quimérica.
Luchar contra nuestros propios demonios
Una pareja se mantiene porque tiene un sentido, “una catedral que construir”. Y el sentido que algunas parejas dan al comienzo de su matrimonio es, del mismo modo que los primeros cristianos, vivir una gran generosidad, abandonarse a la Providencia y al amor “fraternal”. ¡Toda una catedral para construir! Una obra que exige valentía, perseverancia, una voluntad firme y mucha humildad. Y estas cualidades son necesarias para luchar contra los propios demonios (egoísmo, falta de voluntad, sed de poder, falta de respeto), esas pasiones del alma como dice san Francisco de Sales. Un auténtico combate que san Pablo expone en su Carta a los romanos (Rm 7). Un programa a la altura de ese deseo interior de cumplimiento.
La elección de una vida de pareja a largo plazo es una gran exigencia, tanto personal como conyugal. Conviene saber, sin embargo, que la pareja no es la suma de dos personas, que la vida profunda de la pareja no es la yuxtaposición de las vidas interiores de cada uno, aunque sean indispensables para ello. a
La pareja es un ser propio, fruto del deseo de establecer un camino juntos, lograr una misión particular arraigada en el compromiso usque ad mortem, hasta el fin de nuestra vida, como decimos púdicamente durante la ceremonia sacramental del matrimonio.
Y el primer ámbito de acción de este combate, donde se espera de verdad a cada miembro de la pareja, es sin duda alguna el de la relación con el cónyuge. Nuestro ser más cercano que nos reenvía tan a menudo a nosotros mismos.
Las parejas que deseen recuperar esta llama interior tendrán que volver a sí mismos y visitar o revisar todos los ámbitos que dan sentido a su vida y pasarlos por el tamiz de su vivencia “ordinaria”. Su temor se convertirá entonces, sin duda, en una poderosa energía. ¡La verdad nos hace libres!
Marie-Noël Florant
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