¿Dificultades para encontrar pareja y comprometerte para siempre?

Algunos solteros sufren por no poder decidirse por el matrimonio. La culpa está en los bloqueos, los temores, una historia personal difícil… Élisabeth Content, asesora matrimonial, ofrece algunas claves para liberarse de esas ataduras y avanzar en la vida amorosa.

Hoy en día, entre los solteros, muchas relaciones amorosas no desembocan en un enlace definitivo. ¿Cuáles son las razones?

He descubierto que las dudas de los solteros no vienen tanto de un egoísmo que los conduciría a no entregarse, sino más bien, con frecuencia, se debe a bloqueos que imposibilitan toda acción. Las causas son diversas y van desde la historia personal a razones más genéricas debidas a la evolución de la sociedad.

¿De qué forma el pasado puede obstaculizar un compromiso?

Desde nuestra historia familiar, la imagen del hombre y de la mujer, la del matrimonio, ha podido resultar dañada en nosotros. Es importante observar qué hombre y qué mujer fueron nuestros padres para identificar nuestras heridas: si un miembro de la pareja dominaba al otro, si se eran fieles…

Los niños de padres divorciados, por ejemplo, tienen miedo a reproducir la historia de sus padres y creen que el amor es imposible. Por fortuna, las huellas, aunque sean dolorosas, no son indelebles. Otros tienen en mente un esquema estereotipado o temen la reacción de sus padres en relación a la elección de su cónyuge. Cuando la opinión de la familia sigue siendo una referencia tan importante, este apego puede ser nefasto.

Algunos chicos idealizan también a su madre y consideran que ninguna mujer está a su altura, otros han sufrido un excesivo control maternal y temen toda relación femenina.

Otras personas siguen ligadas a sus padres, vuelven a la casa muy a menudo, se crean obligaciones con respecto a ellos, porque así encuentran un lugar. De hecho, incluso a los 32-33 años, todavía no se han convertido en adultos.

La sexualidad mal vivida puede ser también una desventaja. Todas las heridas vinculadas a la sexualidad, a experiencias negativas pasadas –pornografía, gestos impropios, ciertos sitios de Internet– son una traba para una relación amorosa y dificultan el ejercicio de la sexualidad. Se convierte en sucia y degradante.

Una relación amorosa dolorosa o una infancia difícil son también frenos para creer en la felicidad y acercarse al otro. El amor del otro nos pone en seguida ante el espejo lo positivo de nuestra personalidad, pero también lo negativo. Es difícil descubrir que somos imperfectos. El otro se convierte en alguien peligroso, porque nos obliga a mirar nuestras zonas oscuras. ¿Qué hacemos entonces con ese pasado?

¿Podemos gestionarlo?

Es fundamental identificar nuestras heridas personales, aceptarlas, trabajar para aliviarlas. Pensar que el amor podrá repararlo todo es un espejismo, aunque es una ayuda importante. Aporta confianza, pero no puede con todo. Cada uno es responsable de lo que hace con su historia. De lo contrario, nos arriesgamos a achacar al otro las dificultades que la relación pone al descubierto y que, en efecto, vienen de nuestro pasado.

¿Cuáles son los otros bloqueos que encuentras con frecuencia en los solteros?

A menudo, hay un error sobre el objetivo del amor. Muchos consideran que amar implica hacer feliz al otro. Eso es cargar sobre la espalda un peso enorme que da miedo. La felicidad es un fruto del amor. Nos comprometemos a amarnos, a ser compañeros de camino, pero hacernos felices no es responsabilidad de la pareja.

Hay sobre todo un error de juicio, bastante extendido, sobre lo que es amar. Suelo escuchar: “Estoy con alguien, pero no lo/la quiero”. En realidad, se quieren, pero, frente al desfase entre una imagen ideal y la persona real, dudan. Para ellos, el amor debe imponerse como una evidencia. Sin embargo, podemos amar sin pasión, sin un vínculo prodigioso.

A veces, los solteros terminan por perder la confianza en sí mismos. ¿Cómo ayudarles recuperar una perspectiva positiva?

Es un trabajo difícil. A menudo, cuando comienzan una relación amorosa, logran recuperar una buena autoestima. Pero, a veces, se juzgan indignos de este amor y se vuelven dependientes, en una relación muy absorbente. Entonces, trabajo con ellos para ayudarles a ser ellos mismos, enseñarles a expresar sus deseos profundos, a no tener miedo de los conflictos. Les muestro que pueden decir no, existir sin que el otro deje de amarles.

¿Y qué es, de hecho, el amor?

En el mismo seno de la pareja, la concepción del amor es a menudo diferente, y ahí reside la complejidad de la relación. ¿Qué es amar? Según una joven que vino a mi consulta, amar era admirar. Ella no veía más allá. Para otros, el amor significa pasión. “Si no admiro a mi pareja, o incluso si no tengo un vínculo pasional con ella, ¿quiere decir que no la amo?”. La pasión es uno de los modos del amor, muy apreciado en nuestra sociedad, pero no podemos dejar de lado la entrega de uno mismo, el afecto, los regalos, el tiempo pasado juntos.

Podemos amar de mil maneras. Un día recibí a una pareja: para el marido, la presencia de su mujer bastaba para su felicidad, mientras que ella aspiraba a momentos privilegiados entre los dos. De hecho, amar es desear ante todo el bienestar de la otra persona, estar bien en su compañía y tener ganas de construir una vida con ella.

Entrevista realizada por Florence Brière-Loth

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