El martes 20 de octubre, el director de comunicaciones de la Conferencia Católica de Nueva York, Dennis Poust, dijo a CNA, agencia del Grupo ACI, que las diócesis estatales “no están al tanto de ningún brote del virus relacionado con una Iglesia católica en ninguna parte del estado, incluidas las llamadas ‘zonas calientes’”, que presentan un alto número de personas contagiadas.
A principios de octubre, el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, presentó una iniciativa que asigna un color (rojo, naranja y amarillo) a cada código postal del estado para indicar el nivel de nuevos casos de COVID-19 que se registren. Además, presentó nuevas restricciones para cada tipo de actividad (no esencial, lugares de culto, negocios, restaurantes y colegios) de acuerdo al color asignado.
Para los lugares de culto ubicados en los códigos postales “rojos” la capacidad se limita a 10 personas, una cifra que aumenta a un máximo de 25 personas para los lugares de culto en los códigos postales “naranja”. Por su parte, las escuelas públicas y privadas y negocios “no esenciales” en los códigos postales “rojo” y “naranja” se vieron obligados a cerrar.
Estas nuevas regulaciones significan que cerca de veinticuatro iglesias ubicadas en la Arquidiócesis de Nueva York y la Diócesis de Brooklyn se vieron forzadas a cerrar por el momento. Un juez federal rechazó una solicitud de la Diócesis de Brooklyn de una orden judicial que habría permitido que las iglesias de la diócesis siguieran funcionando al 25% de su capacidad.
“El gobernador Cuomo habla de seguir la ciencia”, dijo Poust a CNA. “Decimos ‘amén’. Seguimos todas las pautas del Departamento de Salud y CDC [Centro de Control y Prevención de Enfermedades] y mantenemos a nuestra gente a salvo; sin embargo, él, efectivamente, cerró más de dos docenas de iglesias católicas”.
Poust dijo a CNA que los obispos de Nueva York han estado trabajando arduamente para garantizar la seguridad de todos los que asisten a sus iglesias y que tuvieron mucho éxito.
“Apoyamos a la administración desde el primer día de la crisis [pandemia del COVID-19], escribimos al gobernador y le prometimos nuestra cooperación, le ofrecimos el uso de las instalaciones católicas como espacio hospitalario adicional, todo lo que podíamos hacer”, dijo.
Señaló que los obispos dispensaron la obligación dominical y cancelaron las Misas antes del inicio de la Semana Santa, y que las escuelas católicas en la ciudad de Nueva York cerraron antes que las escuelas públicas para ayudar a detener la propagación del coronavirus.
“Luchar contra esta pandemia es un imperativo pro-vida y lo hemos tratado como tal desde el principio. Estoy muy orgulloso de nuestras parroquias”, subrayó.
Poust dijo que todos los católicos, desde el obispo hasta los feligreses laicos, participaron en las discusiones para que la reapertura de iglesias sea segura.
Fue un “éxito asombroso” el esfuerzo realizado para garantizar que las liturgias sean lo más seguras posibles, pues se fomentó el respeto del uso de mascarillas y el distanciamiento social e incluso, se suspendió la distribución del cáliz en la Misa, dijo. Pero, las nuevas medidas tomadas por Cuomo no reflejan los resultados de esta cooperación, precisó.
El 16 de octubre, la publicación judía Hamodia compartió una grabación de una llamada telefónica que Cuomo tuvo con líderes judíos. En la llamada, Cuomo culpó del cierre de las escuelas privadas al alcalde de la ciudad de Nueva York, Bill de Blasio, y dijo que era una “respuesta impulsada por el miedo”, pues “el virus asusta a la gente”.
“Soy 100% franco y sincero. Esta no es una respuesta sofisticada y con muchos matices. Esta es una respuesta impulsada por el miedo”, dijo Cuomo. Señaló que tal vez se podría desarrollar un “enfoque más inteligente y personalizado” para el cierre de escuelas, lugares de culto y negocios una vez que “la ansiedad disminuya” en los códigos postales ubicados en zonas rojas.
Frente a ello, Poust dijo que al limitar severamente el número de personas que pueden albergar las casas de culto, Cuomo está “enviando un mensaje de que las iglesias no son seguras en ningún lado”, algo que para Poust “simplemente no se ha demostrado que sea cierto”.
“¿Puede una iglesia o sinagoga fomentar un alto contagio del COVID-19? Por supuesto, si las personas no usan mascarillas, ni respetan el distanciamiento social. Pero con las precauciones adecuadas, los riesgos son muy bajos y las estadísticas lo confirman”, señaló.
Con limitadas excepciones, la gran mayoría de las escuelas y congregaciones religiosas han sido “sumamente seguras” durante la pandemia, precisó.
Si bien Poust dijo que con “excepción de la política inicial con respecto a los hogares de ancianos”, había “mucho que elogiar” en el manejo de Cuomo en relación a la pandemia del COVID-19, cree que es “importante hacer cumplir las restricciones de manera adecuada; o sea, enfocarse en los que están violando las reglas y causando propagación”.
“El gobernador sabe exactamente qué grupos han sido problemáticos. Es una pequeña minoría que no ha estado dispuesta a seguir las reglas”, dijo. Los incidentes aislados de incumplimiento de las reglas no justifican una acción general contra todas las comunidades religiosas, subrayó.
Frente a las críticas de los funcionarios estatales y el estado de Nueva York hacia algunas congregaciones judías, Poust dijo que no es apropiado tratar a la comunidad judía en general o a todas las comunidades religiosas con la misma disposición.
“Estoy seguro de que si fuera una parroquia católica la que incumple la ley, el estado no habría cerrado todas las iglesias, sinagogas y mezquitas de la comunidad. Habría hecho cumplir la ley contra la parroquia que no la respetó”, concluyó.
Traducido y adaptado por Cynthia Pérez. Publicado originalmente en CNA.
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