En una conversación este 22 de octubre con el portavoz del Episcopado polaco, P. Leszek Gęsiak SJ, Mons. Gadecki explicó que en su opinión hay ocho claves o líneas del pontificado de San Juan Pablo II: el respeto por la vida de todo ser humano desde la concepción hasta la muerte natural, el respeto por la familia, la doctrina social, el anuncio del Evangelio al mundo, el diálogo interreligioso y la reconciliación, la unidad de la Iglesia, el acercamiento a Dios rico de misericordia; y la misma santidad personal del Papa Wojtyla.
“La primera tarea que el Papa se planteó a sí mismo fue el cuidado por el respeto a la vida de todo ser humano. La vida no es solo una entre muchas, sino la base en la que las otras capacidades talentos pueden desarrollarse. La preocupación por la vida de todo ser humano hace parte de la preocupación por la familia en la que toda persona nace, madura y ama”, destacó el Arzobispo.
Sobre la enseñanza social, el Prelado resaltó que “Juan Pablo II alentó a todo ser humano a tener la oportunidad de vivir en dignidad y contribuir de modo creativo al crecimiento de la prosperidad”.
En cuanto al diálogo interreligioso y la reconciliación, Mons. Gadecki dijo que son importantes porque “la división entre los discípulos de Cristo es un escándalo para el mundo y empobrece a los fieles de las iglesias individuales al privarlos de la riqueza que la piedad de otras comunidades cristianas han desarrollado durante siglos”.
El Prelado también dijo que “durante su pontificado, el Papa Juan Pablo II trataba la misericordia de Dios de una manera especial” y “deseaba acercar a la gente al Dios rico de misericordia”.
Sobre la santidad personal del Papa Wojtyla, el Arzobispo afirmó que “sin ella su enseñanza no habría sido tan poderosa y no habría tocado las profundidades de los corazones humanos. De hecho, todas las palabras y acciones del Papa estuvieron sostenidas por su santidad personal”.
“Me parece que un punto importante también fue su reverencia por la Eucaristía. El Santo Padre restauró las procesiones del Corpus Christi en Roma. Era muy edificante ver cómo se comportaba y cómo reverenciaba a la Eucaristía. Creo que ahora eso es algo que toda la Iglesia necesita”.
La elección de San Juan Pablo IIMons. Gadecki recuerda también que estuvo en la Plaza de San Pedro cuando los cardenales eligieron al Papa Juan Pablo II el 16 de octubre de 1978. El Prelado comenta que en ese momento, con el humo blanco que anunciaba que se había elegido al sucesor de Pedro, estaba pasando “algo que ocurrió una vez cada 1000 años” en la historia de Polonia y que podría “no suceder nunca más”.
“En ese momento, reflexionando sobre la situación en la que se encuentra el Papa, me pregunté cómo podría Wojtyla hacer frente a toda la maquinaria del Vaticano, porque me parecía que no tenía tanta preparación para dirigir la Iglesia como tantos cardenales de Occidente. Sin embargo, resultó que el Papa hizo un excelente trabajo dedicándose a la tarea principal de Pedro, que es la enseñanza, moviendo la administración de la Iglesia a un segundo plano”.
El Arzobispo polaco destacó también que “el Santo Padre fue realmente afortunado al estar acompañado por el Espíritu Santo, en el sentido de que eligió cardenales muy fuertes que realizaron raudos el trabajo que él había programado”.
“Era extremadamente valiente porque pronto comenzó a dirigir el Vaticano con determinación”, subrayó.
La conciencia de que “el hombre es el camino de la Iglesia” elevó este pontificado a un nivel altísimo, continuó el presidente del Episcopado polaco. “Así fue desde el comienzo de la primera encíclica del Papa que empieza con las palabras ‘Redemptor hominis’, el Redentor del hombre”.
Mons. Gadecki relató que “como estudiantes en Roma, fuimos a reuniones con San Juan Pablo II, con motivo de las celebraciones navideñas y por las visitas ad limina (de obispos); y nos sorprendió que él, en Roma, supiera más sobre Polonia que nosotros”.
Finalmente el Arzobispo alentó a amar “al Papa que vivió la fe que ve de manera diferente, la esperanza que ve más lejos y el amor que ve más profundo. Esto es especialmente importante en estos momentos cuando fácilmente se pierde la sensibilidad hacia el hombre que está tan preocupado por la realidad material y que ha perdido su propia dignidad”.
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