Después de que su regimiento fuera disuelto, trabajó en un convento capuchino, pero por una herida de guerra en la pierna y por una serie de acontecimientos, Dios quiso que terminara en un hospital en Roma donde sus heridas por fin fueron sanadas.
Decidió trabajar allí como enfermero, y pronto se convirtió en el director del hospital.
Con el consejo de su director espiritual, san Felipe Neri, estudió para hacerse sacerdote y poco después fundó una orden religiosa dedicada a servir a los enfermos.
En 1582, De Lelis fundó la Orden de los Clérigos Regulares, Ministros de los Enfermos (M.I.), que más tarde fue conocida como los camilianos.
Como tenía un conocimiento especial de lo militar y experiencia como soldado herido, De Lelis y sus compañeros acompañaban a ejércitos y asistían a los heridos en el campo de batalla.
Para distinguirse, llevaban una sotana negra con una vívida cruz roja.
Así interpretan los camilianos su historia:
“Durante la batalla de Canizza en 1601, el Señor permitió que sucediera un acontecimiento milagroso que manifestó Su aprobación a la cruz roja de san Camilo. Mientras los camilianos estaban atareados con los heridos, la tienda en la que estaban y en la que tenían todo su equipamiento y suministros quedó completamente destruida y quemada. Todo lo que había dentro fue destruido, excepto la cruz roja de un hábito perteneciente a uno de los camilianos que atendía a los heridos en el campo de batalla”.
Sin embargo, aunque los camilianos eran vistos a menudo en el campo de batalla, su orden no era lo bastante grande como para acompañar a todos los ejércitos.
Esto implicaba que cada país tenía símbolos diferentes para representar a sus servicios médicos militares.
Al ver esta discrepancia, en 1862, y también debido al incremento de los heridos a causa de la tecnología de las armas de fuego, Henry Dunant propuso mejoras para ayudar a aliviar la situación:
“Establecer, en tiempo de paz y en todos los países, grupos de voluntarios que prestasen ayuda a las víctimas en los campos de batalla; lograr que los países aceptasen proteger a los voluntarios socorristas y a los heridos en el campo de batalla”.
Un comité se reunió en 1863 para considerar sus propuestas y esto es lo que acordó:
“Adoptar un único signo distintivo, que contara con respaldo jurídico, para indicar la obligación de respetar a los servicios médicos de las fuerzas armadas, a los voluntarios socorristas de las sociedades que prestaban servicios de primeros auxilios y a las víctimas de los conflictos armados. El símbolo debía ser sencillo, identificable a distancia, conocido por todos e idéntico para amigos y adversarios. El emblema debía ser el mismo para todos y reconocible a nivel universal”.
En 1864, la Primera Convención de Ginebra aprobó la cruz roja sobre un fondo blanco como un símbolo fácilmente identificable.
El símbolo buscó más inspiración en la bandera nacional de Suiza que en san Camilo de Lelis. Según explica Cruz Roja Internacional:
“Puesto que el símbolo debía reflejar la neutralidad de los servicios médicos de las fuerzas armadas y la protección que se les confería, el emblema adoptado se creó invirtiendo los colores de la bandera suiza”.
Además, puesto que el blanco se considera tradicionalmente un símbolo de rendición, el blanco en el campo de batalla sería protegido.
Así que, aunque la Cruz Roja y los camilianos tienen emblemas similares y una misión casi idéntica, su inspiración difiere sustancialmente.
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