Justo un mes antes del viaje previsto de Kennedy a Italia, que incluía una visita al Vaticano, el papa Juan XXIII murió de repente el 3 de junio de 1963. Juan XXIII tenía intención de ofrecer a Kennedy una copia firmada de su encíclica, Pacem in Terris, que fue entregada póstumamente al presidente por el propio cardenal Cushing de Boston. No obstante, la muerte del Pontífice interrumpió la labor del Concilio Vaticano Segundo y generó incertidumbre sobre el viaje del presidente por el extranjero.
Pablo VI resultó debidamente electo el 21 de junio, solamente tres semanas después del fallecimiento de su predecesor, y accedió a reunirse con el presidente Kennedy. Kennedy, por respeto a los acontecimientos de la coronación del nuevo Pontífice, planteó cancelar el viaje por completo. Al final, se decidió que el presidente estadounidense aterrizaría en Milán y luego partiría hacia Roma, donde sería recibido por el nuevo Papa.
Protocolos y más
Una vez quedó confirmada la reunión, surgieron otras preguntas. ¿Cómo respetaría Kennedy el protocolo tradicional de arrodillarse y besar el anillo del Papa? ¿La audiencia se produciría en un idioma extranjero? Las preguntas no eran meras cuestiones sobre la observancia de los protocolos apropiados, ya que los enemigos políticos de Kennedy pensaban sacar el máximo provecho a las fotografías del presidente de los Estados Unidos arrodillándose ante el Supremo Pontífice de Roma.
Pablo VI solucionó todas estas dudas, ya que, cuando Kennedy se acercó, saludó cálidamente al Presidente extendiendo su mano para estrechársela cordialmente.
Más tarde, el Santo Padre destacó la naturaleza positiva del encuentro: “Recibimos la visita oficial del Presidente de los Estados Unidos de América, John F. Kennedy, el 2 de julio de 1963, pocos días después de nuestra elección al Pontificado romano; y esta circunstancia especial contribuyó a dar a nuestro espíritu una profunda impresión resultante de ese encuentro, y nos dio una gran esperanza en nuestro nuevo ministerio apostólico al establecer este contacto con los más eminentes y significativos representantes del mundo”.
La impresión positiva de Pablo VI sobre el presidente Kennedy incluyó su valoración del discurso inaugural de Kennedy (“Fue una obra de arte”), de la “capacidad de Kennedy para hablar a la sociedad moderna en términos concretos” y de sus modales “modestos y corteses” durante su encuentro.
Un mundo cambiante
Desde que el presidente Kennedy fuera recibido en el Vaticano, Estados Unidos se ha transformado, en especial por las divergencias en asuntos sociales.
El actual presidente estadounidense Joe Biden, católico, preside una nación que ha legalizado la anticoncepción artificial (7 de junio de 1965) y el aborto (22 de enero de 1973), además de redefinido la naturaleza del matrimonio (26 de junio de 2015). Asimismo, Estados Unidos se ha implicado repetidamente en acciones militares no aprobadas por el Vaticano: tanto la guerra de Vietnam como la de Irak vienen a la mente.
Qué cabe esperar
Entonces, ¿qué cabe esperar de la inminente reunión entre el papa Francisco y el presidente Biden? Jen Psaki, secretaria de prensa de la Casa Blanca, afirmó que el presidente y el Papa conversarán sobre esfuerzos comunes “cimentados en el respeto por la dignidad humana fundamental, incluyendo el final de la pandemia de Covid-19, el afrontamiento de la crisis climática y el cuidado de los pobres”.
No se espera ninguna declaración pública del papa Francisco en el momento de la reunión. Queda por ver si el Santo Padre mencionará algún aspecto del programa del presidente Biden de los que divergen notoriamente de la doctrina de la Iglesia.
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