Los adolescentes, por su parte, buscan un ideal. Aplicado a la religión católica, esto puede ser un deseo de santidad. “Lo que importa por encima de todo es que los jóvenes tengan un amor ardiente por Nuestro Señor Jesucristo, que se entusiasmen con la extensión de su Reino, que estén listos para sacrificarlo todo, incluso su vida, antes que ofenderle”, explican también los discípulos de María Montessori. Así mismo, invitan a los jóvenes a construir un mundo nuevo fundado sobre Cristo, una misión que estaría a la altura de sus grandes aspiraciones.
El Atrium, una sala de catequesis distinta de las demás
A partir de la habitación reservada a la iniciación de los catecúmenos antes de su entrada en la iglesia en la Iglesia antigua, María Montessori fundó, primero en una escuela de Barcelona en 1905, un lugar de vida religiosa adaptado a las necesidades de los niños, el Atrium. “Según decía, era necesario tener una habitación especial para guardar todo lo que sirviera para la enseñanza de la religión. (…) Sería bueno que todo en esta habitación estuviera centrado en torno a la vida de Nuestro Señor”, comentan E. M. Standing y la madre Isabel Eugenie.
Una iglesia en miniatura, en cierto modo, con sillas pequeñas y reclinatorios pequeños, una pila de agua bendita y estatuas a la altura de un niño, y también un rincón con una pequeña mesa de trabajo, para fabricar, como José en su carpintería, objetos relacionados con la religión. Tampoco puede faltar una estantería con todos los elementos importantes de la Biblia: el agua, la sal, el aceite, el vino, y de la pared podrían colgarse algunas frases sagradas, así como una “cenefa dorada”, una cenefa cronológica dentro de la cual la parte correspondiente a la vida de Jesús estaría marcada en oro. “De las ventanas colgarían cortinas luminosas, que los niños puedan cerrar para atenuar la luz. Se turnarían para preparar la iglesia, para poner los asientos en su lugar, para llenar los jarrones con flores, para encender algunas velas”, cuenta María Montessori. Un entorno donde los niños puedan estar tan activos como deseen, en el plano espiritual.
El material del “Libro abierto”
Quien dice Montessori, dice también material específico. Para la transmisión de la fe, María Montessori inventó el material del “Libro abierto” para enseñar a los niños el desarrollo de la misa. A los 9 años, “debemos enseñar a los niños cómo seguir la misa y enseñarles todos los detalles fuera de la misa incluso para que, cuando se encuentren en ella, su alma esté libre para meditar y seguirla”, afirman E. M. Standing y la madre Isabel Eugenie. El material se compone de cartas de colores que ordenar según el orden de la misa, y pequeños sacerdotes de cartón que posicionar según la colocación del sacerdote en uno u otro momento de la misa. Una vez se ha aprendido esto, se enseña el significado de ciertos gestos del sacerdote con signos simbólicos.
Hablando de la educación religiosa, Montessori decía: “El tema que enseñamos está fijado; lo que importa es saber cómo enseñarlo de manera dinámica”. Una cuestión que la pedagoga se esforzó en responder y que sigue siendo de candente actualidad para un gran número de catequistas hoy en día.
Artège
La pédagogie religieuse de Maria Montessori, Madre Isabel Eugenie R.A. y Edwin Mortimer Standing, Artège, 9,90 euros, (2019)
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