Jesús es el Hijo de Dios, pero… ¿qué sabemos de Él?

"¡El Espíritu del Señor Yavé está sobre mí! sepan que Yavé me ha ungido. Me ha enviado con un buen mensaje para los humildes, para sanar los corazones heridos, para anunciar a los desterrados su liberación, y a los presos su vuelta a la luz." (Isaías 61,1). El escritor católico Claudio de Castro nos acerca a la vida y el mensaje de Dios Hijo.

Seguimos a Jesús, le amamos, pero, ¿cuánto sabemos de Él? ¿Lo has pensado? Es una pregunta recurrente que a menudo me hago. Buscando respuestas recurro una y otra vez a las Sagradas Escrituras, la Biblia. En ella encontramos respuestas a todas nuestras inquietudes.

¿Tienes una Biblia en tu casa? Es hora de abrirla. Los católicos debemos leer la Biblia.

Me siento como un arqueólogo que busca hechos curiosos en la Biblia. También me hago muchas preguntas sobre Jesús: qué le gustaba, qué alimentos comía, cómo vestía, cómo oraba.

Quiero saberlo todo de Él para conocerlo y amarlo más, para seguir sus pasos.

En ocasiones consulto con el rabino de la sinagoga de mi familia hebrea y le pregunto sobre la vida de los judíos en los tiempos de Jesús.

BIBLE
En la Biblia descubriremos abundante información sobre el Hijo de Dios.

Shutterstock | 4Max

No hay que escudriñar mucho para empezar a conocer cómo vivía. Sabemos, por ejemplo, que calzaba sandalias. Y este detalle proviene de Juan el Bautista.

«Respondió Juan a todos, diciendo: ‘Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego’.»

(Lucas, 3)

Vestía una túnica tejida de una pieza, probablemente por las manos amorosas de su madre. «Después de clavar a Jesús en la cruz, los soldados tomaron sus vestidos y los dividieron en cuatro partes, una para cada uno de ellos. En cuanto a la túnica, tejida de una sola pieza de arriba abajo sin costura alguna”.

¿Su oficio?

Seguramente lo aprendió de su padre el buen san José. En Mateo, 13 lo describen como el hijo del carpintero. “¿No es éste el hijo del carpintero?” Y luego en Marcos 6 leemos:

«Pero no es más que el carpintero, el hijo de María».

Podemos imaginarlo de una complexión fuerte, acostumbrado a los trabajos de un carpintero.

¿Qué hacía Jesús con su tiempo? Sanaba nuestras dolencias y enfermedades. Enseñaba.

«Jesús recorría todos los pueblos de los alrededores enseñando.» (Marcos 6, 6)

¿Su oración?

Su oración era profunda, no escatimaba tiempo para orar. Preferiblemente en lugares solitarios y de noche. La Biblia nos da muchos detalles de su oración. Por eso insisto: Debes leer la Biblia.

Sabemos que le gustaba retirarse a lugares solitarios a rezar, y que enseñó a sus discípulos a rezar; también que era tierno, justo, compasivo.

Sobre todo le dio mucha importancia a la oración, ese hablar íntimo con Dios. Tanto es así que en 1 Tesalonicenses 5 nos dice:

«Oren sin cesar y den gracias a Dios en toda ocasión; esta es, por voluntad de Dios, su vocación en Cristo Jesús.»

La Biblia nos dice:

«Pero él se retiraba a los lugares solitarios, donde oraba.»

(Lucas 5, 15)

«En aquellos días se fue a orar a un cerro y pasó toda la noche en oración con Dios.»

(Lucas 6, 12)

Y tú, amable lector, ¿cómo está tu oración? Creo que te lo he comentado en varias ocasiones, es fundamental rezar, pues sin la oración estamos perdidos.

Para conocerlo mejor

Cuando quiero conocerlo mejor, leo Isaías 53, 3-5… Me llena de gratitud, y me mueve a amarlo más, acompañarlo en el Sagrario y decirle a menudo que le quiero. Le pido que perdone nuestras indiferencias a su amor.

«No tenía brillo ni belleza para que nos fijáramos en él, y su apariencia no era como para cautivarnos. Despreciado por los hombres y marginado, hombre de dolores y familiarizado con el sufrimiento, semejante a aquellos a los que se les vuelve la cara, no contaba para nada y no hemos hecho caso de él.

Sin embargo, eran nuestras dolencias las que él llevaba, eran nuestros dolores los que le pesaban. Nosotros lo creíamos azotado por Dios, castigado y humillado, y eran nuestras faltas por las que era destruido, nuestros pecados por los que era aplastado. Él soportó el castigo que nos trae la paz y por sus llagas hemos sido sanados.»

Abriendo nuestras biblias podremos aprender las enseñanzas de Jesús, indispensables para mejorar nuestras vidas y lograr la anhelada santidad.

Hay unas palabras de Jesús que suelo recordar cuando enfrento una situación muy difícil. Me dan paz y la certeza de saberme amado por Dios desde la eternidad, hijo suyo, hijo de un padre Todopoderoso.

«Jesús, mirándolos fijamente, dice: «Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios.”

(Mc 10)

¿Te gustaría compartir tus experiencias con Jesús? Te paso mi email personal: cv2decastro@hotmail.com

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wierni wychodzący z kościoła

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