El Papa Francisco ha hecho una llamada explícita a la santidad, porque, como él mismo ha explicado de manera muy gráfica, ser santos no es un lujo; es necesario para la salvación del mundo. El Papa les ha dicho a los asistentes a la audiencia que el Señor y la Iglesia piden testimoniar con celo y ardor las actitudes de santidad. Que no sirve, sin más, con devolver bien por bien, sino que hay que realizar el bien con largueza, yendo más allá, amando a los enemigos, olvidando incluso las humillaciones recibidas.

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