Momentos de incertidumbre


Vivimos ahora mismo momentos de incertidumbre por una combinación de hechos que habíamos dado por superados quizás con demasiada alegría. El más próximo es el conflicto por Crimea, que enfrenta a Rusia con Ucrania, con el acompañamiento que ha facilitado el enfrentamiento, la acción sostenida desde el fin de la URSS, de Estados Unidos y la Unión Europea sobre el espacio considerado como estratégico por Rusia, porque es obvio que la cuestión de Crimea es exactamente esto. Ha habido poca habilidad y escasa consideración hacia Moscú, un poco como si fuera un convidado de piedra, o un segundón, a pesar de su evidente importancia, como muestra en el caso de Siria y la disuasión de la intervención militar de Estados Unidos, y la invasión, vista y no vista, de Georgia. Ahora las tres potencias deben desmontar el peligroso lio montado, y los más interesados somos nosotros, los europeos. Si la “Guerra Fría” quedo atrás, el frentismo incondicional con Estados Unidos carece de sentido.


La segunda incertidumbre es mucho más lejana pero no por ello implica un riesgo inexistente. Se trata del conflicto iniciado por China para situar en su espacio aéreo unos islotes que son aceptados internacionalmente como japoneses. Se trataría de una cuestión menor si no fuera por la continua presión que viene ejerciendo China sobre el entorno marítimo de sus vecinos, y su fuerte rearme. Pero, con no ser menospreciable, este no es el problema que mueve a más preocupación. Hay otro también centrado en China: el de los síntomas de agotamiento que manifiesta su crecimiento económico. Si se confirmara, el impacto sería global. Sobre las economías exportadoras de materias primas de América Latina, en su función de banquero de Estados Unidos, y sobre la débil recuperación europea, aumentando los riesgos de deflación.


Y aún hay un tercer factor, el de la suma del referéndum celebrado en Crimea, bajo el precedente de Kosovo (aunque en la península del Mar Negro no existe el motivo de la limpieza étnica,) el de Escocia, y la pugna catalana para conseguir un mecanismo equivalente.


Momentos complicados que requieren más que nunca calidad en los responsables políticos y en los medios de comunicación. El peor clima sería el de la demonización del otro; el mejor el de la previsión, el diálogo y el acuerdo.



11:42:00 a.m.

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