El Papa Francisco presidió la inauguración del Sínodo por la Familia
El Papa Francisco presidió, este domingo 4 de octubre, una misa solemne, celebrada en la basílica de San Pedro, con la que se dio inicio a la Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Con la participación de unos 170 padres sinodales entre cardenales, obispos y sacerdotes que reflexionarán sobre la familia hasta el próximo 25 de octubre.
Las lecturas fueron en diferentes idiomas, mientras que el Evangelio cantado en latín, narra cuando Jesús dijo: “El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio”.
El Papa por ello señaló que “las lecturas bíblicas de este domingo parecen elegidas a propósito para el acontecimiento de gracia que la Iglesia está viviendo, es decir, la Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema de la familia que se inaugura con esta celebración eucarística”. Lecturas se centran en tres aspectos: el drama de la soledad, el amor entre el hombre y la mujer, y la familia.
“Éste es el sueño de Dios para su criatura predilecta: verla realizada en la unión de amor entre hombre y mujer; feliz en el camino común, fecunda en la donación recíproca”, expresó el papa Francisco en la homilía.
Francisco destacó además que Dios “une los corazones de dos personas que se aman y los une en la unidad y en la indisolubilidad”, por lo que la Iglesia debe “vivir su misión en la verdad que no cambia según las modas pasajeras o las opiniones dominantes”.
El Santo Padre al comienzo aseguró que “las lecturas bíblicas de este domingo parecen elegidas a propósito para el acontecimiento de gracia que la Iglesia está viviendo” y la articuló en tres partes: el drama de la soledad, el amor entre el hombre y la mujer, y la familia.
“La soledad, el drama que aún aflige a muchos hombres y mujeres”, subrayó el Pontífice en referencia a uno de los problemas de la sociedad contemporánea.
“Pienso en los ancianos abandonados incluso por sus seres queridos y sus propios hijos; en los viudos y viudas; en tantos hombres y mujeres dejados por su propia esposa y por su propio marido; en tantas personas que de hecho se sienten solas, no comprendidas y no escuchadas”.
También “en los emigrantes y los refugiados que huyen de la guerra y la persecución; y en tantos jóvenes víctimas de la cultura del consumo, del usar y tirar, y de la cultura del descarte”.
La “paradoja” de un mundo globalizado
El Papa destacó que “hoy se vive la paradoja de un mundo globalizado en el que vemos tantas casas de lujo y edificios de gran altura, pero cada vez menos calor de hogar y de familia; muchos proyectos ambiciosos, pero poco tiempo para vivir lo que se ha logrado; tantos medios sofisticados de diversión, pero cada vez más un profundo vacío en el corazón; muchos placeres, pero poco amor; tanta libertad, pero poca autonomía…”.
En esta realidad, “son cada vez más las personas que se sienten solas, y las que se encierran en el egoísmo, en la melancolía, en la violencia destructiva y en la esclavitud del placer y del dios dinero”.
Francisco advirtió que “cada vez menos seriedad en llevar adelante una relación sólida y fecunda de amor: en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la buena y en la mala suerte”.
“El amor duradero, fiel, recto, estable, fértil es cada vez más objeto de burla y considerado como algo anticuado”, afirmó.
Pero, además, “parecería que las sociedades más avanzadas son precisamente las que tienen el porcentaje más bajo de tasa de natalidad y el mayor promedio de abortos, de divorcios, de suicidios y de contaminación ambiental y social”.
“Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”, dijo Francisco en este punto recordando así el Evangelio de San Marcos.
Al explicar estas palabras, afirmó que “es una exhortación a los creyentes a superar toda forma de individualismo y de legalismo, que esconde un mezquino egoísmo y el miedo de aceptar el significado auténtico de la pareja y de la sexualidad humana en el plan de Dios”.
“Sólo a la luz de la locura de la gratuidad del amor pascual de Jesús será comprensible la locura de la gratuidad de un amor conyugal único y “usque ad mortem”, añadió.
“Para Dios, el matrimonio no es una utopía de adolescente, sino un sueño sin el cual su creatura estará destinada a la soledad” y “en efecto, el miedo de unirse a este proyecto paraliza el corazón humano”.
Al hombre “lo vemos ir tras los amores temporales, pero sueña el amor auténtico; corre tras los placeres de la carne, pero desea la entrega total”, lo que hace comprender “la tristeza de este mundo”.
“En este contexto social y matrimonial bastante difícil, la Iglesia está llamada a vivir su misión en la fidelidad, en la verdad y en la caridad”.
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