“Hoy a la Iglesia se complace en reconocer que Enrique Ángel Angelelli, Obispo de La Rioja, Carlos de Dios Murias, franciscano conventual, Gabriel Longueville, sacerdote misionero fidei donum, y el catequista Wenceslao Pedernera, padre de familia, fueron insultados y perseguidos a causa de Jesús y de la justicia evangélica, y han alcanzado una ‘gran recompensa en el cielo’”, afirmó el Cardenal Becciu en la homilía de la Misa de beatificación.
“Queridos hermanos y hermanas, La invitación que la Liturgia nos renueva constantemente en este tiempo de Pascua, encuentra hoy en nosotros, reunidos en el solemne rito de la beatificación de cuatro mártires, una respuesta particularmente pronta y alegre. Nos alegramos y nos regocijamos en el Señor por el don de los nuevos beatos”, continuó.
El Prefecto hizo votos para que “el ejemplo y la oración de estos cuatro beatos nos ayuden a ser cada vez más hombres de fe, testigos del Evangelio, constructores de comunidad, promotores de una Iglesia comprometida en testimoniar el Evangelio en todos los ámbitos de la sociedad, levantando puentes y derribando los muros de la indiferencia”.
“Confiamos a su intercesión esta ciudad y toda la nación: sus esperanzas y sus alegrías, sus necesidades y dificultades. Que todos puedan alegrarse del honor ofrecido a estos testigos de la fe”, agregó el Cardenal.
“Que el Señor sostenga, con la fuerza del Espíritu Santo, a quienes hoy trabajan en favor del auténtico progreso y de la construcción de la civilización del amor”, concluyó.
Mons. Angelelli murió el 4 de agosto de 1976 durante la dictadura militar de Jorge Rafael Videla, en Argentina. Ese día dos autos chocaron el vehículo en el que viajaba el Prelado junto al P. Arturo Pinto por la ruta 38, desde Chamical hacia La Rioja.
El P. Pinto sobrevivió al accidente, pero el cuerpo de Mons. Angelelli apareció a unos 25 metros del vehículo, extendido boca arriba en forma de cruz sobre el asfalto y con un fuerte golpe en la nuca.
La muerte de Mons. Angelelli ocurrió días después que fueron asesinados sus sacerdotes Carlos Murias y Gabriel Longueville y el laico Wenceslao Pedernera.
El Papa Francisco aprobó la promulgación del decreto que reconoce el martirio de estos Siervos de Dios en junio de 2018.
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