El Santo Padre habló así durante el rezo del Ángelus que presidió este domingo 15 de noviembre desde el Palacio Apostólico del Vaticano.
En su comentario de la lectura del día, el Papa explicó la parábola de los talentos en la que un propietario encomienda a sus siervos la custodia y administración de sus bienes ante una inminente larga ausencia.
Al primero le encomienda cinco talentos, al segundo dos y al tercero uno. En el Evangelio se especifica que Jesús realiza esa distribución no de forma aleatoria, sino “según la capacidad de cada uno”.
El Pontífice señaló que esa es la forma de actuar de Dios: “Así hace el Señor con todos nosotros: nos conoce bien, sabe que no somos iguales y no quiere privilegiar a nadie en detrimento de otros, sino que encomienda a cada uno un capital de acuerdo con sus capacidades”.
De ese modo, en ausencia del amo, los dos primeros siervos se arriesgaron y decidieron invertir los talentos que se les había encomendado, y consiguieron duplicar la suma. El tercero, sin embargo, tuvo miedo a perder lo que se le había pedido que custodiara y decide enterrarlo “para evitar peligros”.
“Lo deja allí, a salvo de los ladrones, pero sin hacerlo fructífero”. Finalmente, el propietario regresa y “pide cuentas a sus siervos. Los dos primeros presentan el buen fruto de sus esfuerzos, y el maestro los elogia, los recompensa y los invita a compartir su alegría”.
Sin embargo, el tercero, “al darse cuenta de que está en falta, inmediatamente empieza a justificarse diciendo: ‘Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste, por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo’”.
“Se defiende de su pereza acusando a su amo de ser ‘duro’. Entonces el amo le recrimina: le llama siervo ‘malo y perezoso’; hace que le quiten su talento y lo echen de su casa”.
Francisco lamentó que “este es un hábito que también nosotros tenemos. Muchas veces nos defendemos acusando a los demás. Pero ellos no tienen la culpa, la culpa es nuestra, el defecto es nuestro. Y este siervo acusa al otro, al padrón, para justificarse. También nosotros muchas veces hacemos lo mismo”.
El Papa Francisco subrayó que “esta parábola vale para todos, pero, como siempre, especialmente para los cristianos. También hoy tiene mucha actualidad, hoy que es la Jornada del Pobre, donde la Iglesia nos dice a los cristianos: ‘Tiende la mano al pobre. Tiende tu mano al pobre. No estás solo en la vida. Hay gente que te necesita. No seas egoísta. Tiende la mano al pobre”.
“Todos hemos recibido de Dios un ‘patrimonio’ como seres humanos: en primer lugar, la vida misma, luego las diferentes facultades físicas y espirituales. Como discípulos de Cristo hemos recibido la fe, el Evangelio, el Espíritu Santo, los sacramentos...”.
Señaló que “estos dones hay que emplearlos para hacer el bien en esta vida, como servicio a Dios y a nuestros hermanos. Y hoy la Iglesia nos dice: ‘Usa eso que te ha dado Dios y mira a los pobres. Hay muchos. También en nuestras ciudades, en el centro de nuestras ciudades. Hay muchos. Haced el bien”.
“A veces pensamos que ser cristianos es no hacer el mal, y no hacer el mal es bueno. Pero no hacer el bien no es bueno. Debemos hacer el bien, salir de nosotros mismos y mirar, mirar a aquellos que tienen necesidad. Hay mucha hambre, también en el corazón de nuestra ciudad. Y muchas veces entramos en esa lógica de la indiferencia. Si el pobre está ahí, miramos a otra parte. Tiende tu mano al pobre. Es Cristo”.
Además, rechazó las críticas que señalan que la Iglesia se centra demasiado en sus mensajes sobre los pobres. “Algunos dicen: ‘Estos sacerdotes, estos obispos que hablan de los pobres… Nosotros queremos que nos hablen de la vida eterna’. Mira hermano y hermana: Los pobres están en el centro del Evangelio y Jesús nos ha enseñado a hablar a los pobres. Es Jesús quien vino por los pobres. Tiende tu mano al pobre”.
“Has recibido muchas cosas, ¿y dejas que tu hermano o hermana muera de hambre? Queridos hermanos y hermanas, que cada uno diga en su corazón esto que Jesús nos dice hoy: ‘Tiende tu mano al pobre’. Y nos dice otra cosa Jesús: ‘¿Sabes? El pobre soy yo’. Jesús nos dice esto: ‘El pobre soy yo’”.
El Papa Francisco concluyó poniendo de ejemplo a “la Virgen María, que recibió un gran regalo, a Dios mismo, pero no se lo guardó para sí misma, se lo dio al mundo, a su pueblo. Aprendamos de ella a tender la mano a los pobres”.
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