“Dentro de las comunidades cristianas, los invito a tener el estilo evangélico de la levadura: no se aislen ni se cierren, sino que participen en la vida de la Iglesia en las parroquias y en los barrios, aporten su experiencia y den testimonio de la opción de Dios por los últimos, los pequeños, los excluidos”, indicó el Papa.
Así lo indicó el Santo Padre en una audiencia concedida a los miembros del Movimiento “Foi et Lumière International” (Fe y luz Internacional) con ocasión del 50 aniversario de su fundación.
El Papa Francisco invitó también a “que el espíritu de comunión y de amistad, que forma parte de su carisma, los haga siempre instrumentos de reconciliación y de paz, especialmente allí donde hay conflictos y divisiones”.
En esta línea, el Santo Padre señaló que este Movimiento ha comunicado en los cinco continentes “un mensaje de amor y acogida”.
“Este mensaje es el corazón del Evangelio” porque nos “recuerda que cada persona, también y sobre todo la más pequeña y la más frágil, es amada por Dios y tiene un lugar en la Iglesia y en el mundo”.
“Es el ‘Evangelio de la pequeñez’, como nos recuerda San Pablo cuando escribe a los Corintios (1 Cor 1,26-29) ‘consideren su vocación, hermanos: no hay entre ustedes muchos sabios, ni muchos poderosos, ni muchos nobles", dijo el Papa.
"Pero lo que es necio para el mundo, Dios lo ha escogido para confundir a los sabios; lo que es débil para el mundo, Dios lo ha escogido para confundir a los fuertes; lo que es bajo y despreciado para el mundo, lo que es nada, Dios lo ha escogido para reducir a la nada lo que es, para que nadie pueda presumir ante Dios’”.
En esta línea, el Papa Franciscoo destacó que se trata de “una profecía” porque a menudo “las personas más frágiles son descartadas, consideradas inútiles”.
Por ello resaltó que esta profecía es todavía muy importante “para combatir la cultura del descarte y para recordar a todos que la diversidad es una riqueza y no debe nunca ser motivo de exclusión y de discriminación”.
Por último, el Santo Padre subrayó la importancia de esta realidad eclesial “para las familias que viven la experiencia del nacimiento de un hijo con discapacidad, para que puedan ser signo de esperanza, para ninguno se cierre en sí mismo en la tristeza y en la desesperación”.
“Que el Señor los bendiga y que la Virgen los proteja. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí”, concluyó el Papa Francisco.
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