Tus roles ocultos: ¿qué papel desempeñas ante los demás?

La maduración de las personas pasa por distintas fases que quedan en nuestro recuerdo: infancia, adolescencia, vida adulta y vejez. Sin embargo, a veces se produce un estancamiento en alguna de estas etapas vitales (generalmente en la infancia y en la adolescencia), produciendo en la persona actitudes que no son acordes a su momento evolutivo actual.

Las personas sanas, que han ido superando cada etapa y recogiendo el aprendizaje para las siguientes fases de su desarrollo, se permiten actitudes de etapas de anteriores. Esto no implica falta de madurez. Más bien al contrario, es una expresión de salud emocional: los adultos también pueden jugar como niños en determinadas circunstancias.

El desarrollo vital queda reflejado en nuestra personalidad por medio de tres roles bien diferenciados, a los cuales acudimos inconscientemente para adaptarnos a cada situación:

1. Paternal: representa el aspecto moral de la personalidad. Se desarrolla a partir de los mensajes recibidos de parte de nuestros padres. Su foco es el DEBER. Es fácil detectar cuándo hemos adoptado este rol: se tiende a proteger a los demás, dirigir al grupo, actuar de forma inflexible, criticar, regañar a otros, prohibir, acusar, etc.

2. Adulto: se forma a partir del conjunto de experiencias de la persona y de la evaluación e interpretación de estas. Está centrado en DECIDIR convenientemente. Nos ubicamos en este rol cuando tomamos decisiones a partir de nuestros aprendizajes, cuando estamos abiertos a la escucha de la opinión de otros, organizamos planes de acción para conseguir objetivos. El adulto interno trata de dar el valor justo a las cosas y es esencialmente responsable y reflexivo.

3. Niño: este rol existe desde el inicio y a partir de él se van acumulando respuestas instintivas y emocionales. Se focaliza en el QUERER. Entre sus rasgos más características se encuentran una emotividad potenciada, el capricho irracional, la impulsividad, la demanda de afecto, actúa a partir de aprendizajes de su infancia, exige ser visto llamando la atención (es egocéntrico), miedos excesivos (a estar solo, a tomar decisiones), tiende a tener rabietas, es dependiente, etc.

Los tres se encuentran en todas las personas en mayor o menor medida. Suponen un recurso adaptativo útil para la persona que no desgasta emocionalmente si se realiza desde el consciente. Por ejemplo: cuando un adulto juega con un niño utiliza recursos infantiles (que adquirió durante su propia infancia) para adaptarse a esta situación.

Sin embargo, si esta adaptación es inconsciente y ocurre por un estancamiento en la maduración (por ejemplo, con rabietas de niño pequeño en el trabajo) desgasta a la persona y a su entorno.

Para tomar conciencia de tus roles a lo largo del día, un ejercicio muy útil consiste en hacer una lista de las personas con las que te relacionas, y reflexionar por un momento en qué rol te sitúas con cada una de ellas: padre (consejero, autoritario, moralista), adulto (decidido, asertivo, independiente) o niño (caprichoso, demandante, impulsivo, juguetón).

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