Frente a la crisis, ¿qué estilo de finanzas no me conviene? (Cuarta parte)

En artículos anteriores, hemos explorado cómo, por parte de grandes corporaciones, lejos de ofrecerse productos y servicios para la satisfacción de necesidades, se ofrecen estilos de vida para acabar suscitando un abanico ingente de necesidades y actuaciones condicionadas y conducidas que da lugar a una demanda permanente.

Mientras pretendemos dar respuesta a fenómenos económicos, como las crisis, con un modelo obsoleto de homo economicus; la neurociencia nos revela una economía del comportamiento en la que las decisiones económicas se formulan en un nivel preconsciente que antecede a la conciencia del homo economicus.

Siendo en esta fase en la que actúan para grabar a fuego estilos de vida, nos encontramos en franca inferioridad para obrar con libertad frente al mercado.

Por esto mismo, la publicidad está encaminada a generarnos automatismos que nos conduzcan a demandar de forma inconsciente todo el elenco de productos y servicios asociados al estilo de vida que se pretende.

De esa manera, se potencia el estilo de quien se siente libre simplemente porque su movilidad pasa inexcusablemente por disponer de un coche en propiedad. Raro es que alguien formule que tiene que cubrir una necesidad de movilidad, dicen directamente necesito un coche.

Se aporta la solución pronta sin tener que evaluar muchos costes que quedan escondidos y de lo que si tomamos conciencia es posible que nuestras decisiones y revisiones de la real necesidad puedan hacer variar nuestras acciones.

Otro elemento que copa los mensajes publicitarios con un estilo de vida en concreto está relacionado con los productos financieros. Como se propone un estilo de vida de la inmediatez, la gratificación del consumo no puede ser postergada.

Se construye la falacia de que, por el esfuerzo realizado, se corresponde un consumo especial aunque éste exceda los frutos de ese esfuerzo.

Así pues, el consumo no debe ser planificado en sus necesidades sino en sus posibilidades. Si las posibilidades actuales no permiten alcanzar el bien o servicio deseado entonces debe alterarse el conjunto de posibilidades actuales comprometiendo recursos futuros.

De esa manera han proliferado una gran cantidad de servicios de préstamos de rápida concesión y con tipos de interés muy superiores a los del mercado.

Con la actual ralentización y el advenimiento de la crisis, el boom de este tipo de créditos de años pasados ha elevado el número de situaciones comprometidas en la que se encuentran las familias por endeudamientos acumulados.

De acuerdo con Agencia Negociadora que se encarga de la reunificación de los diversos préstamos de este tipo, cada vez es mayor el número de familias que demandan sus servicios al verse atrapadas por este tipo de errores financieros.

En la medida que nos acercamos a un periodo incierto económicamente, más van aflorando los casos de mal endeudamiento por las inercias que pueden acabar en insolvencias e impagos.

La demanda de servicios de reunificación se ha disparado un 30% en los últimos meses. Esto muestra la necesidad de aligerar el esfuerzo familiar hasta en un 25%, (el coste mensual que afrontan las familias en términos de productos financieros).

Para ello combinan préstamos al consumo con préstamos por adquisición de vivienda de forma que puedan reducir en suma el coste de intereses.

Pero estas reunificaciones financieras no dejan de ser un parche. Son una solución en un momento de asfixia para las familias, pero el problema reside en esa necesidad labrada a fuego que supera nuestra voluntad en nuestros niveles preconscientes.

Por otra parte, en tanto que el problema está en una fase preconsciente a la voluntad, este parche puede constituir un alivio temporal para seguir con la misma tendencia al sobreendeudamiento en lugar de aprovechar para aprender a ser responsables con la saludad financiera de nuestras propias familias.

Existe una regla básica sobre equilibrio presupuestario que nos puede ayudar a controlar el presupuesto familiar y por lo tanto la salud financiera de nuestro hogar. La regla es simple: No se debe financiar gastos a corto plazo con préstamos a largo plazo.

Eso quiere decir que una celebración no debería ser financiada con un crédito hipotecario, por ejemplo.

Esto que parece tan sensato y que nadie en su sano juicio parece que se lo saltaría  habitualmente se rompe en mil pedazos cuando se trata, por ejemplo, de celebrar la Primera Comunión u otro tipo de gastos corrientes como un viaje o unas vacaciones. 

El estilo de vida establece de forma velada que es necesario en vacaciones un crucero y que cierto gran parque de atracciones debe convertirse en el nuevo lugar de peregrinación y veneración, ya que los centros comerciales sustituyeron hace tiempo a las catedrales.

Es un primer paso, para acometer la crisis con cierta salud financiera, es bueno tomar conciencia de la esclavitud de un estilo de vida de la inmediatez en la gratificación y que tengamos presente que las deudas a largo plazo deben ser para planificaciones de gasto a largo plazo y nunca para gasto corriente.

Persistir no es sólo un acto de virtud que nos define, sino que también enseña y aporta herramientas a nuestros hijos.

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