Un año para contemplar el universo desde la Antártida

Jorgelina Álvarez se lanzó a la aventura de vivir un año en uno de los lugares más fríos del planeta. Llegó a la Antártida para hacer una investigación científica. Esta joven meteoróloga habitó en un lugar en donde todo es blanco, las temperaturas extremas y la mitad del año es de noche.

A casa regresó con una mochila cargada de riqueza: aprendizaje profesional, crecimiento personal y unas fotos increíbles del cielo. La astrofotografía es una de sus más grandes pasiones.

Con su cámara logra captar cómo los astros iluminan el paisaje en unas instantáneas oníricas que comparte a través de su perfil de instagram @astrolina_photography. La belleza de sus fotos nos invita a la contemplación que nos suscita trascendentes preguntas: ¿Quién ha creado el universo? ¿Quién es el autor de tanta belleza?  

Para Jorgelina, la plenitud llega si la buscas. Ella la buscó en los cielos nocturnos y descubrió que cada noche es distinta, que no hay una igual a otra y que el cielo oscuro como el de la Antártida es único.

“Las noches despejadas en la Antártida son las más hermosas que he visto. Estar en un lugar en donde no se escuchan sonidos más que el de la respiración de uno mismo, te hace sentir más conectado con la inmensidad del universo”.

Hay maravilla en la creación y somos capaces de apreciarla.

Además, contemplar el universo nos ayuda a ubicarnos en nuestra pequeñez: “Nos hace pensar con más humildad el lugar que ocupamos en este universo colosal. Estar frente a tanto universo me hace pensar en ‘algo’ muy grande que nos ‘gobierna’”.

Lo que de verdad importa

Pero estar en ese lugar de espectadora rodeada de tanta inmensidad, también la llevó a notar otros detalles más profundos. Estar lejos de la familia y de los amigos y vivir un estado de situaciones adversas, muchas veces nos ayudan a conocernos mejor, a valorar más todo y a reconocer lo que de verdad importa.

“Al estar al límite todo el tiempo te vas conociendo en aspectos de tu personalidad que hasta ese momento no lo sabías por haber estado cómodo. Te das cuenta de detalles que antes podían ser imperceptibles como escuchar a los pajaritos o comer una ensalada”.

También uno se concientiza de que hay cosas que no tienen tanta importancia como se pensaba: “A veces nos hacemos problema de cosas pequeñas como llegar tarde o porque va a llover, y luego de haber pasado por situaciones límites uno vuelve a casa y le parece que todo tiene solución”.

Para Jorgelina su viaje no estuvo exento de desafíos y muchas veces significó enfrentar el miedo: “El miedo es algo humano y siempre está, pero lo pude manejar haciendo cosas productivas. Lo nuevo asusta, pero eso no tiene que ser un impedimento. Al contrario, hacer lo que nos gusta es lo que marca la diferencia del resto”.

Además de que la astrofotografía es arte, es un tipo de fotografía que nos permite conectar un poco más con el universo. Por eso Jorgelina nos anima a abrir los ojos: “A pesar de las muchas distracciones que hoy tenemos, nunca dejemos de detenernos un momento para observar quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos”.

La joven astrofotógrafa dice que hoy pocos se detienen a observar y le gustaría que se mire más para arriba. Con sus fotos nos hace reflexionar: “Impresionante, ¿no? Tener tanto universo para observar y muchas veces ni levantamos la mirada hacia el firmamento”.

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