Tal podría ser el resumen del Informe 2019 del Centro Católico Multimedial (CCM), organismo que se dedica a observar las agresiones, asesinatos, secuestros, intimidaciones y actos sacrílegos cometidos a sacerdotes, religiosos, religiosas, consagrados, a los fieles que asisten a servicios litúrgicos y a los templos.
Por lo demás, la Unidad de Investigación del CCM ha calificado 2019 en México como “un año de riesgo para la seguridad y libertad religiosa”.
Asesinatos bajan, sacrilegios suben
Mientras que en 2018 fueron siete los sacerdotes asesinados, en 2019 el número bajó a uno: lamentablemente el padre José Martín Guzmán Vega de la diócesis de Matamoros quien fue herido al interior de su parroquia, perdiendo la vida posteriormente en el Hospital General de esa ciudad fronteriza, al noreste de México.
Sin embargo, en 2019 aumentó la comisión de delitos contra y al interior de los templos. Las tendencias este año indican un crecimiento sostenido que afecta entre 12 y 14 por ciento de los templos de las 19 provincias eclesiásticas del país.
Los registros del CCM muestran que desde 1993 la comisión de delitos y conductas sacrílegas ha ido en ascenso. De 2007 a 2019 han crecido 12 por ciento por ciento anual agraviando entre 26 a 28 templos semanalmente en el país.
Estas tendencias determinarían que poco más de 1.400 templos sufrieron desde robos menores, hurtos de consideración hasta daños y delitos mayores en donde se lesionaron o asesinaron personas.
Esto ha motivado que, prácticamente, en el cien por ciento de los casos, templos e iglesias han adoptado medidas de seguridad como la instalación de cámaras de circuito cerrado, barrotes, rejas, chapas de alta seguridad, alcancías blindadas y alarmas disuasivas.
“Son escasos los resultados de las indagatorias. Especialmente la queja es contra las autoridades ministeriales que no devuelven los montos robados a las iglesias afectadas. Muchas veces, las víctimas no tienen efectiva reparación del daño”, explica el organismo guiado por el padre paulino Omar Sotelo.
Catálogo de agravios
En 2019, siempre según el CCM, la estadísticas de agravios están encabezada por el robo a los templos católicos para sustraer dinero de alcancías, hurto de aparatos diversos u objetos litúrgicos como vasos, copones y cálices. Nueve de cada diez agravios recaen en esta categoría.
Al robo a templos le sigue el robo a fieles (cinco por ciento de los agravios) quienes asisten a los servicios litúrgicos. Según el CCM, los bienes más hurtados son carteras, monederos y teléfonos celulares. “Perdiendo cualquier inhibición y sin importar los sistemas de vigilancia, los ladrones ingresan durante las horas de culto para amagar y amenazar a los parroquianos”.
La tercera categoría de agravios la constituyen los ataques directos por odio a la fe “donde se da la profanación de especies eucarísticas, el robo con fines sacrílegos de hostias consagradas o el desprecio y burla a los lugares sagrados por diversas conductas o manifestaciones ideológicas”.
El CCM señala en su Informe 2019 que “la vorágine de violencia en México alcanza a los lugares donde debe ser garantizada la libertad religiosa de cada individuo. Los penosos atentados y delitos implican desde los mínimos robos hasta los homicidios. Trafico de arte sacro, profanaciones y sacrilegios son otras de las conductas que lesionan la fe de los millones de católicos mexicanos”.
Y termina con una frase lapidaria: “Para México, el panorama de la inseguridad en los templos es simplemente desolador”.
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