Venezuela tiene su heroína del 2019: hogar y amor a niños especiales

Por más de tres décadas Matilde Montañez ha recibido en su hogar a niños en condiciones especiales como parálisis cerebral, síndrome de Down, retardo mental y autismo. Ha logrado atender hasta 55 a la vez, en su hogar, construido por dos empresas petroleras: la State Oil Company y Chevron.

Eran tiempos en que las concesiones a transnacionales petroleras en territorio venezolano se desbordaban en lo que hoy llaman responsabilidad social empresarial.

Ese hogar es la sede actual de Hogamin, la Casa Hogar Amigos de los Niños, ubicada en la urbanización San Francisco, una de las más emblemáticas de la capital zuliana.

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El Zulia es el estado petrolero por excelencia en Venezuela, otrora emporio de desarrollo y bienestar para sus ciudadanos, hoy empobrecido y marginalizado por la destrucción de una de las industrias más pujantes del planeta. Con 40 grados de calor pueden pasar hasta 8 y 12 horas sin energía eléctrica.

No obstante, la casa de acogida y atención se mantiene. Matilde recuerda con nostalgia cuando era capaz de mantener hasta 55 niños.

Extraña esos tiempos, más cuando hoy sólo puede con ocho, seis hembras y dos varones, entre ellos, un joven de 23 años, un par de morochas de 17, una de 14 y otra de apenas 8 años que están allí desde que nacieron.

¡Dios nos bendice. Este año no nos ha faltado nada! -dijo con orgullo al periodista Priselen Martínez Haullier del diario Panorama– a la vez que destacó que eso se lo debe al “fruto del buen trabajo” que se hace porque quienes los apoyan, la mayoría de la empresa privada, se van “regocijados” por el cuido que tienen los niños.

El “equipo” de Matilde atiende amorosamente a los niños, especialmente a los que su mal condena a estar postrados en una cama. Una tarea ardua y muy laboriosa que ella realiza con solo dos colaboradoras. Cada quince días, una de ellas asume el acompañamiento de este voluntariado.

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Lo admirable es que, desprovisto como está en este país todo el que hace trabajos humanitarios, Matilde les paga con su propio sueldo y su pensión.

¡Comparte con ellas su propio y moderado ingreso! Afortunadamente, no les faltan las donaciones que llegan esporádicamente, pero llegan.

Educadora de profesión, Matilde ha logrado enseñar a leer a estos niños, con gran dedicación y pericia, y han aprendido a pesar de su discapacidad. Mucho tiene que ver con su indomable tesón el tener sangre andina, pues es tachirense, nacida en Rubio, frontera con Colombia.

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Dejó todo por sus niños

Matilde tiene hoy 68 años de edad y, en su momento, dejó todo, hasta su propia casa, para dedicarse en cuerpo y alma a esta noble causa de asistir a quienes casi nadie quiere asistir.

Tiene esposo y cuatro hijos biológicos pero, como toda madre, se dedica más a sus numerosos hijos del corazón, lo que más necesitan de su ayuda, cariño y compasión.

Su familia lo comprende y respalda su entrega: Isnay Contreras, de 24 años e hija menor de Matilde, revela que su mamá los integró desde pequeños a su trabajo y los enseñó a amar a los niños como sus hermanos, “nosotros formamos parte de Hogamín”, dijo a Panorama.

En este 2019 –confió a Martínez Haullier- a pesar de que ha sido duro, por la crisis económica, dejó de recibir más niños que son asignados por los Tribunales de Protección al Niño, Niña y Adolescentes a los que cada tres meses debe presentar un informe social, psicológico, médico y educativo; “es un libro grueso”, describe.

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“A duras penas puedo con este grupo -confiesa-. Vivimos de la caridad que recibimos durante el año. No exigimos, ni pedimos dinero, pero sí buscamos, además de su alimentación y ropa, los medicamentos para mantenerles sus tratamientos médicos al día como Valprom (anticonvulsivos) y Ridal (oxigenante)”.

El reto mayor de Matilde es lograr que, antes de cumplir los 18 años, familias voluntarias y con sensibilidad ante estos casos, puedan recibir a los muchachos. Ella necesita colocarlos en hogares que los adopten para poder ingresar a otros que vienen atrás. No es nada sencillo.

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“Todos los días le pido a Dios, salud, sabiduría y paciencia para poder continuar. Ya he buscado grupos sustitutos para heredarles la Casa Hogar (…) Pero por algo será que sigo aquí y Dios quiere que siga aquí”.

Para el año entrante espera, luego de reubicar a los niños, iniciar otros proyectos sociales como corte y costura, y otros cursos que generen oficios a la comunidad.

Sin embargo –consta en el reportaje que visibilizó esta hazaña de ribetes heroicos- requiere y espera recibir más apoyo, así que puso a disposición su número telefónico 414-6343781 para quienes -desde Venezuela o el exterior- estén interesados en ubicarla para ayudarla a continuar con esta exigente obra de caridad.

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