La jardinería es una manera de fortalecer nuestra vida de fe y practicar virtudes. Nos ayuda a pensar con claridad cuando estamos enfadados —nada desvanece la ira tanto como clavar y voltear un montón de abono con un buen bieldo—, cosa que nos ayuda con nuestra templanza.
Nos hace perseverar a través de todo tipo de inclemencias meteorológicas, tenemos esperanza en que nuestros esfuerzos den fruto y, si cultivamos un huerto, la caridad es una obligación estacional. Practicamos la prudencia con nuestros recursos, tanto físicos como monetarios, para desarrollar el jardín con los dones que nos han dado.
Es fácil ver cómo estas sencillas prácticas en un jardín tienen repercusión en la forma en que tratamos a nuestro prójimo. La selección de plantas en un jardín también es otra forma de honrar la tradición de nuestra fe.
Hace años, en un centro de retiros, vi la necesidad de disponer de espacios para orar al aire libre y empecé una sociedad de jardineros voluntarios. Los voluntarios y otras personas que utilizaban el centro preguntaron cómo escogía las plantas para temas específicos del jardín. No soy arquitecta paisajista ni horticultora —son profesiones que requieren años de formación—, pero sí soy una jardinera católica fascinada por el simbolismo de las plantas en nuestra herencia cristiana.
Seleccionaba las plantas por la forma en que cada una refleja nuestra fe. Aquí tienes unas pocas ideas sobre qué incluir en tu propio jardín de oración. Para más ideas de jardinería católica y para aprender a empezar a construir tu propio jardín de oración, sigue los hipervínculos a un par de libros que podrían ayudarte.
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