Más que la pasión, más que la amistad... la ternura es el cemento que une de verdad a las personas. ¿Cuáles son sus rasgos?
Felizmente, conozco matrimonios que han logrado identificar sus voluntades en un horizonte compartido. Y lo hacen dando testimonio de una ternura fiel, que no es otra cosa que una autentica conjunción entre lo espiritual y lo corpóreo, como lo propio de ser persona humana.
A ellos les he escuchado anécdotas y expresiones como:
Ser feliz haciendo feliz al otro
Alguien, por ejemplo,al recibir de obsequio un chocolate comentó con entusiasmo: – “Es mi preferido”. Luego, al momento de quitarle la envoltura para disfrutarlo, desistió… y, sin abandonar su sonrisa, agregó: – “A mi esposo también le gustan mucho, lo guardaré para compartirlo con él”.
Otro: – “Mi esposa enfermó gravemente, y no me importo vender casa y coche, con tal de atenderla y que recuperara su salud”
Quien es fiel en lo poco, lo puede ser en lo mucho, siendo capaz de pruebas de gran abnegación y sacrificio, que dan la certeza de la verdad e intensidad del amor que se profesa.
Respeto a la libertad y a los dones
– “Sobre este asunto, mi esposa piensa diferente, así que la consultaré para decidir: ya sea por mi postura, la de ella, o una tercera encontrada entre los dos”
– “Mi esposo es tan inteligente, que no necesita demostrármelo, aunque al final, los dos dirigimos y obedecemos”
El respeto a las diferencias de pensamiento , consiste en evitar las imposiciones en las formas, los gustos y las opiniones de la persona amada. En un matrimonio así uno más uno, suma más que dos.
Desprendimiento afectivo
– “Le he dicho a mi esposa, que necesita salir a desayunar con sus amigas, también que vaya a visitar a sus padres, pues además de descansar, eso la hace feliz. Yo me encargaré de nuestra casa e hijos”.
– “Hubo un tiempo en que fui celoso patológico, pero me atendí ydi cuenta de que no había fundamento, ni tenía ese derecho”.
Se trata de evitar actitudes absorbentes y celosas, de quienes, considerándose con derechos exclusivos, recurren a la coacción, el chantaje afectivo o al reproche solo en apariencia bien intencionado.
Rectitud de intención
– “Trato de que mi esposa me apoye en ciertos gustos personales, pero sin dorarle la píldora. Y, si no lo hace por ser lo más conveniente, me disciplino”
– “La verdad es que comencé a ser verdaderamente feliz en mi matrimonio, cuando aprendí a portarme bien, y a darme en lo posible, sin esperar nada a cambio”
Se vive la rectitud de intención, cuando no se antepone el propio provecho, al bien de la persona amada, pues amar, es lo contrario de utilizar.
Libertad interior
– “No me engaño cuando digo que amo a mi esposa con toda mi alma, y eso me hace sentir libre y feliz”.Pienso que a ella le pasa lo mismo.
– “Me siento libre de amar, y me hace mucho bien cuando me esfuerzo por hacerle el bien a mi esposa “porque me da la gana”.
En el amor, la persona debe ser libre de, y para la persona amada, y eso la hace más capaz de entregarse, en la medida en que es dueña de sí misma.
Amor fiel
– Cada vez, me queda más claro el compromiso que hice al casarme, al decir: “prometo serte fiel en la salud en la enfermedad en lo próspero y en lo adverso”.
– “Ser fiel, es cumplir con la promesa hecha y eso me ha hecho ser, no solo mejor esposo, sino mejor persona”.
Por la auténtica implicación personal en el amor conyugal, los esposos logran la experiencia humana de la fiel ternura, de la solidaridad leal, de la confianza íntima y verdadera.
Así, fraguan la seguridad del don y la acogida entrañables, como identidad mutua de su ser.
Consúltanos escribiendo a: consultorio@aleteia.org
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